Contrareforma constitucional contra la tutela
Mario Serrato Valdés
Una contrarreforma constitucional profunda se gesta en los sectores más oscuros de la ultraderecha colombiana. La tutela y los derechos fundamentales tienen los días contados. En El Ubérrimo afilan la hoja de la guillotina con las que serán decapitados.
Cuando en Colombia no hay guerrilleros para matar o para hacer la paz, los gobiernos neoliberales (Pastrana, Uribe y Santos) ponen en evidencia los propósitos reales de esa doctrina política. La indolencia tributaria de Iván Duque fue aplicada, y de modo mucho más nociva, en los gobiernos que le antecedieron, pero a ellos los encubrían la paz o la guerra con la guerrilla. De alguna manera el viejito Tirofijo y sus pelaos tejieron el manto con el que se cubrió y abrigó la maldad y la actitud despiadada insertas en el alma de los neoliberales que gobiernan este país.
Cuanto más alto sea el nivel de admiración, aprecio o respeto que sintamos por un líder o un dirigente, menor será la posibilidad de que nuestro inconsciente admita sus errores, sus defectos y sus culpas. La capacidad infinita, el perfil todopoderoso y la moral intachable que endilgamos artificialmente al líder, nos libera de la carga del pensamiento, del esfuerzo que implica reflexionar, y de la tarea, siempre titánica, de construir un criterio propio. En el líder, en especial el mesiánico, proyectamos todo lo que queremos ser y de paso nos liberamos de nuestras propias culpas interiores. Al contrario, cuanto mayor sea el desprecio que sintamos por el otro, por el contradictor, por el opositor de nuestro líder, menores, mejor, inexistentes, o inválidas, serán sus acciones o sus razones. Afirmar todo lo positivo en nuestro líder y endilgar todo lo negativo a su opositor, nos brinda una tranquilidad y una sensación de justicia dignas de un desnutrido mental afecto a las telenovelas mexicanas.