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Chocó: riqueza y pobreza

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Albeiro Moya Mena

Viejo es el dicho que afirma una verdad innegable: “No es más rico el que más tiene, sino el que menos nece­sita”.

Hablar del Chocó implica abordar pa­radojas y contrastes, grandes potencialida­des y mayores dificul­tades.

Rico en cualquier lugar del mundo es aquel que tiene casa, abrigado y nutrido y un trabajo; teniendo tiempo para desa­rrollar su entretenimiento; ocio y aficio­nes que le satisfagan anímicamente, y pobre el que no tiene esas condiciones básicas de dignidad.

Pero como el empobrecimiento ha in­vadido con una rapidez asombrosa al Chocó, y por consiguiente surgen las controversias, los debates, los gritos y clamores del pueblo.

El Chocó posee los índices de pobreza más altos del país. Según las necesida­des básicas insatisfechas, ésta ha au­mentado a un 62.2% y la miseria pre­senta un índice del 23.5%. De otra parte, la pobreza por ingresos registra un índi­ce del 75.3% y la indigencia es la mayor del país con un porcentaje del 47.4%. Además, posee el nivel más alto de analfabetismo de todo el país con el 23.3%. Por último, el índice de condi­ciones de vida sólo llega al 55.3%.

Por otro lado, el Chocó reviste gran importancia estratégica como punto de encuentro de los dos océanos y centro donde han fijado su atención para el “desarrollo” del mar del siglo XXI. Chocó es uno de los más lluviosos de Colombia con numerosos ríos, tempera­turas mayores de 30°C, alta humedad, exuberante vegetación y una de las ma­yores riquezas en recursos naturales del país. Pero aquí solo hay limosnas.

Un departamento inmenso y rico, lo han asolado los conflictos y el saqueo de materias primas por multinacionales, y a los pobres nativos no les dejan ni sus primitivas formas de vida y subsisten­cia.

También debemos criticar la idea de mirar para otro lado. Estamos asistiendo en los últimos años al asalto de las fuen­tes de la riqueza por unos pocos forá­neos que van empobreciendo a los nati­vos. Cada año se explotan en promedio 4 mil hectáreas de bosques de Chocó para extraer la madera y venderla fuera del Chocó. Pero muchos chocoanos vi­ven en casas mal armadas sobre barro, sin alcantarillados y acueducto y mu­chas veces sin energía eléctrica, y ni se diga del contrabando de la minería.

A los chocoanos no nos queda casi na­da, las comunidades están llevadas, y sin futuro posible, indefensos por el miedo que reina en muchas zonas.

Esa es la realidad que se ve en lo que se dice es el Chocó rico y el Chocó po­bre. El Chocó es un departamento que por desgracia se puede definir con tres palabras: riqueza, pobreza y paradoja.

La tarea nos convoca a todos. El Cho­có está destinado a organizarse como una potencia. Y ello requiere un estudio y formular el proyecto con base en un desarrollo sostenible. Entre las proyec­ciones estará capacitar a las presentes y futuras generaciones en este propósito, para que, durante los próximos años, es­tudien el departamento. Constituirán el núcleo de una nueva dirigencia.

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