Seguridad para nuestros indígenas del Chocó
Giovanny Agudelo M.
Parte el alma ver como indígenas del Chocó han tenido que viajar a Bogotá a pedir seguridad luego de la guerra fratricida en Riosucio y Carmen del Darién.
Y lo que más entristece es verlos deambular por las calles de Bogotá sin rumbo fijo y en una improvisación total de sus marchas.
El domingo pasado cuando intentaron entrar a la ciudad por el occidente, la policía no los dejó ingresar, tuvieron que dormir en el asfalto, y como si fuera poco al día siguiente, su deseo de llegar a la Plaza de Bolívar, para que las autoridades y los habitantes escucharan su clamor, se vio abortado porque el acceso a dicha plaza estaba cerrado.
Por supuesto todo esto lo niega la administración de Peñalosa y argumenta que siempre se les dio a los indígenas Embera Dóbida, Katío y Wounaan el apoyo necesario para sus movilizaciones.
Como sea, no es justo que nuestros indígenas estén en Bogotá pidiendo ayuda para que no los mate la guerra que ‘supuestamente’ terminó el gobierno de Santos.
Ese cambio de brazalete, en donde las FARC dejaron territorio y les entregaron la cintilla a otros grupos irregulares, está desplazando a estas comunidades, y la pregunta es: ¿Qué hacen las autoridades del Chocó?, ¿Alcaldes y gobernador?
¿Por qué los indígenas chocoanos tienen que pernoctar en el piso, a la entrada de Bogotá, caminar al otro día por la calle 80 y luego ver frustrado su sueño de llegar a la Plaza más importante de la capital para hacerse escuchar?
Su travesía abarca varios días en esa selva de cemento llamada Bogotá, muy distinta a la otra selva que les pertenece, de donde son espantados por los enfrentamientos entre guerrilleros, disidencias, narcos, delincuencia común y otros grupos al margen de la ley.
Afortunadamente gremios de educadores de Bogotá les brindaron apoyo integral a nuestros indígenas, desde alimentación hasta albergue, pero el acompañamiento que debieron tener en esta semana de marchas, por parte de la alcaldía de Peñalosa, no fue el esperado.
No es justo que nuestros indígenas chocoanos deban mendigar nada, la guerra les toca directamente a ellos, por eso ¡no podemos ser indiferentes!
No basta con verlos marchar y darles una palmadita en la espalda, se trata que hagamos algo por ellos, autoridades y ciudadanos de a pie.