Pablo Escobar amenazaba y aterrorizaba a todo el país cuando quería que se expidiera una norma hecha a su medida. En el caso de la JEP y Andrés Felipe Arias, la rabiosa ultraderecha del país se impone con un estilo similar al del cartel de Medellín, solo faltan las bombas.
El páramo de Santurbán está siendo acechado por 7 poderosas e influyentes compañías mineras extranjeras. El actual gobierno, con un subterfugio y otro, se niega a delimitar su zona de protección. Estoy seguro de que Duque, su jefe, y su círculo cercano, prefieren liquidar el ministerio del Medio Ambiente antes que frustrar las pretensiones de enriquecimiento de los dueños de las compañías mineras foráneas y de renunciar a las jugosas comisiones que recibirían, en caso de otorgar las licencias para la explotación e irreversible destrucción de la fábrica de agua que la naturaleza estableció en ese delicado y frágil páramo. Será muy interesante ver como aprenderán los habitantes de Bucaramanga a tomar oro, bueno, al menos el poquito que les corresponderá, licuado con ese líquido raro y corruptible al que llaman regalías.
Pude ver en un noticiero de televisión al director del INVIMA, (autoridad que vigila la calidad y salubridad de los alimentos y medicamentos que consumimos los colombianos) hacer advertencias muy severas sobre el uso de medicamentos a base de marihuana. Muy necesarias las advertencias del alto funcionario, sin embargo, no he conocido declaraciones similares del doctor Julio Cesar Aldana Bula en relación con la Coca Cola, las muy azucaradas gaseosas de la firma Postobon y la industria de alimentos empaquetados.
¿Será que estos últimos no son nocivos para la salud o el poder de quienes los producen y comercializan se lo impide?