El Chocó de Ayer
De la edición 3075 del periódico ABC (Octubre 22 de 1935)
El Representante Diego Luis Córdoba dijo que la justicia en Colombia no es la deidad mitológica, sino la mujer liviana que se entrega a quien más le da.
Bogotá, 21.- Continuó hoy la discusión del proyecto de ley sobre accidentes de trabajo. Fue combatido por el ministro de industrias doctor Martínez Pérez, y por algunos representantes, basándose en que si esa ley sale tal como se ha proyectado, quebrarán nuestras incipientes industrias, y se organizará una verdadera profesión con eso de los accidentes. El ministro, doctor Martínez Pérez, se manifiesta muy interesado en que se legisle sobre el particular, pero ciñéndonos a la realidad, y no con utopías para países ya industrializados. Lleras Restrepo, el ministro Fernández Botero y Largacha, proponen que el proyecto vuelva a una comisión, con cinco días de término, y con asistencia del ministro, para que introduzca las reformas del caso, teniendo en cuenta los puntos en el debate.
El Representante Diego Luis Córdoba –que fue muy aplaudido por las barras que estaban integradas por obreros – combatió la proposición, y expresó que se trataba solamente de aplazar la discusión del proyecto, a fin de que no saliera la ley este año, como tampoco salió en el pasado, porque fue obstaculizada sistemáticamente. El R. Córdoba demostró que cuando se quería enterrar un proyecto, se procedía como ahora se quiere y manifestó que debía tenerse el valor de negarlo desde este momento, y no apelar a métodos censurables de esquivar la discusión.
Sin embargo el R. Córdoba, durante su discurso, analizó algunas de las objeciones, sobre todo lo referente a la embriaguez como causal de disculpa para los patronos, a fin de no reconocer el accidente. Dijo Córdoba que él era enemigo personal, lo mismo que sus compañeros de comisión, de que se pusiera la palabra embriaguez en esta ley, y manifestó que no debía estipularse que, por el hecho de estar ebrio un obrero, y sufriera un accidente, se le privara de la recompensa o auxilio, dado que conforme a nuestra atrasada legislación, los patronos se darían sus trazas para atribuir a embriaguez cualquier accidente. Al efecto dijo que debía expurgarse toda legislación obrera de casos que estuvieran sujetos a recursos, pues como los obreros son pobres sin preparación para defenderse, todo sería fallado en su contra, pues la justicia en Colombia no es la deidad mitológica, vendada, sino una mujer liviana, flexible, que se entrega porque ama el dinero, a quien más generosamente la atiende, y los industriales están en condiciones de halagarla. La proposición fue aprobada.
De la edición 3076 del periódico ABC (Octubre 23 de 1935)
El prefecto Villa habla exclusivamente para ABC
Realizaciones – Planes para el futuro. – Ciudad Mutis
Ayer llegó a la ciudad, procedente de la costa del Pacífico, el prefecto titular de aquella provincia, Sergio Villa Valencia, y nos apresuramos a enviar a uno de nuestros cronistas.
Lo encontramos aún con la indumentaria de viaje, húmeda de agua y lodo. Sus botas hasta la rodilla y una barba de por lo menos cuatro días de crecimiento. Pasado el cordial abrazo, procedimos a preguntarle para que nos contase cosas del litoral del porvenir, como lo llama él, y hemos aprendido a llamarlo los chocoanos, a nuestro bello litoral del Pacífico.
Mientras se aprestaba a correr la navaja por su barba entrecana, dijo: “Caramba, es tanto lo que tengo que decir al público del Chocó que necesitaría para desahogarme una edición tan gorda como la del número 3.000 de ABC, y contar el cúmulo de impresiones gratísimas que he acumulado en los últimos cuatro meses desde mi última estada en esta capital.
En primer lugar, lo más interesante es la iniciación de la colonia agrícola de Ciudad Mutis. En los primeros días de septiembre me encaminó a una breve visita a la parte sur del distrito de Nuquí. De Nuquí me fui directamente a Ciudad Mutis, con tan mala suerte, que a pesar de ir en la balandrita mas velera de las que surcan nuestro mar Pacifico, el recorrido que en un barco de motor se hace en 8 horas, me demoró cinco días. Bueno pero en todo caso a la mitad del quinto día desembarqué en la playa de Ciudad Mutis, que el mes de noviembre del año pasado había conocido y admirado con el nombre Jella, que transformación! Qué de sorpresas, qué delicia. El mismo número de ranchitos, siete u ocho, uno de los cuales mostraba en su puertecita principal una cortina de alegres cretonas con palabras de cordialidad, de bienvenida, de algo extraordinario de hogar, de amor, de belleza.
Y más gente que la que había visto en mi anterior estadía y los rostros blancos enrojecidos por el sol tropical de forasteros, colombianos de adentro. Y cordialidad desde abordo a donde fue a recibirme uno de los altos empleados de la colonia, en compañía del inspector de la policía del corregimiento, Y la selva, que antes asombrado la curvada playa gritando alaridos de dolor ante el hacha irresistible de los zapadores. Y los árboles enormes que traqueando desastillados sus troncos, se desplomaban en grupos dejando entrar el sol a un suelo que durante siglos no había sentido las caricias del padre de la vida. Era Colombia que, esta vez en serio había empezado a tomar posesión efectiva de sus dorados dominios.
Después el saludo del jefe la colonia el doctor Villegas Echeverry, personaza en todo sentido pues este titán es tan grande como su Antioquia amada y tan enorme como su cuerpo es su alma y más enorme que su cuerpo, es su inteligencia y es su talento, y es su vitalidad. Que diablo, es un berriendo paisa.