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Elecciones 2018.
¡Que no pasemos del entusiasmo a la frustración!

Giovanni Agudelo Mancera

Los cho­coanos nunca apren­demos. En cada campa­ña electorera nos dejamos endulzar los oídos por los candidatos que llegan acá con pro­mesas politiqueras, les hace­mos calle de honor, les entrega­mos nuestro voto, y después, a quejarnos otra vez por el aban­dono del gobierno central con el Chocó.

 

Esos promeseros, disfrazados de políticos, con diferentes nombres y partidos, nos ayudan dizque a descubrir el agua tibia diciéndonos que hay muy poca cobertura y calidad en educa­ción, salud, alimentación, agua potable, saneamiento básico, seguridad, entre otras, y que en su gobierno van a solucionar to­dos esos problemas.

Los vemos como el Mesías, hacemos acto de fe y de nuevo al cubículo con ilusión.

 

Somos como la novia enga­ñada que le perdona miles de infidelidades a su pareja y le vuelve a creer, y sufragamos, sabiendo, en el fondo, y no tan en el fondo, que de nuevo se van a burlar de nosotros, ¡y di­cho y hecho!, quien sea elegido como nuevo mandatario de Co­lombia, sea el que sea, ¡acá ja­más vuelve!, solo le interesa los votos.

Entonces, ¿por qué no votar en blanco?

Que el Chocó se destaque na­cionalmente como el departa­mento que no le creyó a ningu­no de los candidatos y que, por primera vez en la vida, se com­porta de manera independiente, leal, digna y coherente con la clase politiquera y corrupta.

Dejemos de llenar cuanto parque con cuanto candidato llegue, dejemos de ‘megafo­niar’ como si llegara el circo al pueblo, (para ellos nosotros so­mos el circo), dejemos de ser serviles, dejemos de ser patéti­cos.

Ninguno de los que han veni­do a prometer va a cumplir, a ninguno le interesa el Chocó, ni a la derecha recalcitrante ni a la izquierda ególatra.

Solo somos el balón con el que juegan su partido.

Y un llamado muy respetuo­so a nuestros medios de comu­nicación, a nuestros políticos, empresarios y hasta académi­cos, dejen de inducir el voto pa­ra satisfacer sus intereses perso­nales, familiares, económicos o profesionales, no aprovechen el estatus, el cargo, el dinero, o la posición dominante para mon­tar un nuevo modelo de esclavi­tud vendiendo la conciencia nuestra a sus jefes candidatos.

Votemos, eso sí, ¡pero en blanco!

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