Editorial
San Pacho: salvaguardia y cambio
Avanza una versión más de las fiestas patronales de San Francisco de Asís en Quibdó y crecen las opiniones de quienes consideramos que las fiestas han entrado en un proceso de estancamiento y que se requieren cambios para su revitalización y salvaguardia.
Creemos que las fiestas patronales deben adaptarse a la realidad del Quibdó actual. Todo en el universo cambia de manera continua.
Entre la salvaguardia y el cambio se presenta una dualidad donde la oposición no es absoluta, sino que los dos aspectos se retroalimentan y afectan mutuamente. En todos los fenómenos naturales y sociales, se da el cambio porque algo se conserva y lo que se conserva, se conserva en virtud de algo que cambia.
La tradición se considera una herencia, está relacionada con el pasado, es transmisión, pero también es dinámica y adaptativa, viviente y activa; por ello cambia y está en movimiento, así su fondo y esencia permanezcan intactos. La urbanización genera cambios en el entorno físico y social de los individuos, en sus conductas, en sus referentes de tiempo y espacio, en sus costumbres y hábitos.
Tal como están diseñadas, las fiestas de San Pacho excluyen y discriminan a la mayor parte de los barrios de Quibdó. La capital actual del Chocó no es el anillo central de la década del cuarenta del siglo pasado.
Tan franciscanos como los habitantes de la zona central son los barrios de la zona norte de Quibdó, del oriente y del sur.
El rediseño de las fiestas patronales debe partir del criterio de igualdad de los barrios quibdoseños, donde no existan barrios de primera y segunda categoría, donde se incluya a todos, así sea agrupados en zonas o comunas.
¿Cómo desconocer la vitalidad de zonas como El Jardín, con más de 10.000 habitantes? Su inclusión en pie de igualdad ampliaría el espectro franciscano, aportaría sangre fresca, enriquecería las fiestas con llamativos y creativos aportes.
Las fiestas son del pueblo, de los barrios, no de un sector del pueblo, no de unos pocos barrios. Por eso los barrios excluidos y discriminados comienzan a realizar sus fiestas por fuera de la programación oficial, “pidiendo pista” como nuevos atletas en la competencia social incesante.
Por último. No es cierto que las fiestas franciscanas de Quibdó se iniciaron en 1649. Invitamos a que se estudie el texto del investigador sueco Sven-Erik Isacsson, Fray Matías Abad y su diario de viaje por el río Atrato en 1649.
Isacsson, director del Museo Etnográfico de Gotemburgo, lleva décadas estudiando el Chocó de los siglos XVI, XVII y XVIII, ha permanecido meses en comunidades indígenas del Chocó y ha escrito más de una decena de libros sobre el tema.
Isacsson estudió en detalle las cartas de Fray Matías Abad de 1649, las confrontó con la geografía y la época, y concluyó que el poblado donde dicho franciscano construyó una iglesia para la misión evangelizadora, en la confluencia de dos ríos, es el que corresponde al actual Lloró.
Dicho texto se encuentra en Boletín de Historia y Antigüedades, Vol. LXI, Nº 706, Bogotá, 1974, págs. 457-476.
En ese sentido, la ceremonia religiosa narrada por Fray Matías Abad en su diario no puede considerarse como el origen de las fiestas de Quibdó.