Coratrato o expansión antioqueña
Marcos Tobías Cuesta Franco
Desde el siglo pasado los antioqueños sueñan en convertir su departamento en la mejor esquina de América. Con este fin, en 1998, planificaron su modelo de desarrollo, económico y social ‘Antioquia 2020’, alcanzando importantes obras que les permitió ser competitivos. Al quedar este inconcluso lo reformularon planificando ‘Antioquia 2050’, donde comprendieron la importancia de explotar económicamente el golfo de Urabá, el río Atrato, uno de los de mayor potencial como vía para el desarrollo económico nacional, sus afluentes y demás recursos naturales existentes en la zona y claro, la necesidad de dominar la importante frontera con los hermanos panameños, a la que la dirigencia política del Chocó le ha restado importancia, desconociendo nuestra posición estratégica que nos permite un excelente intercambio comercial y la activación real de nuestra economía, para nuestro desarrollo.
A esto se suma el reciente conflicto limítrofe entre Chocó y Antioquia en el ya conocido caso “Belén de Bajirá” que nos dejó claro cuál es la verdadera posición y querer de la dirigencia política y económica de Antioquia con el Chocó, que se sintetiza en la intención de expandir su territorio para la materialización de su anhelo, con el aprovechamiento de la inmensa riqueza de la zona y que pertenece mayoritariamente al Chocó, queriendo desconocer el ideario y sentir del pueblo chocoano.
Es así como debemos comprender, que la creación de Coratrato es nociva para el territorio chocoano y deja en jaque a Codechocó. Basta con recordar que las corporaciones autónomas regionales en Colombia constituyen la primera autoridad ambiental a nivel regional, de carácter público, creados por ley, dotados de autonomía administrativa y financiera, patrimonio propio con personería jurídica, encargados de administrar dentro de su jurisdicción, el medio ambiente, los recursos naturales y propender por su desarrollo sostenible. Crear otra corporación con los antioqueños constituye una amenaza a nuestro territorio e institucionalidad y debilita nuestra posición dominante y de autoridad sobre la vida del río Atrato, que por siglos hemos ejercido.
Nuestros parlamentarios deben aunar esfuerzos y realizar gestiones para el fortalecimiento de Codechocó, para que esta pueda atender de manera integral la protección y desarrollo sostenible de nuestro departamento y por supuesto que se abandere del cumplimiento de la Sentencia T-622 de 2016, que reconoce al río Atrato como sujeto de derechos, con miras a garantizar su conservación y protección. Quitarle de su jurisdicción a nuestra legitima Corporación que cumple ya 50 años de existencia el cuidado y preservación del tercer río más importante de Colombia, el Atrato, es reducirla a guardabosques y amenazar su existencia, dejando así a la naciente corporación Coratrato de la mano de la dirigencia política antioqueña y otros intereses, como máxima autoridad sobre nuestro mítico río Atrato.