El Chocó de Ayer
De la edición 3080 del periódico ABC (noviembre 19 de 1935)
A una expresiva nota del concejo de Istmina contestó el Dr. Yacup ratificando su deseo de ocupar a las personas capacitadas
Istmina, noviembre 15 1935
Señor Intendente Nacional del Chocó
Cumpliendo órdenes emanadas de la honorable corporación municipal tengo el honor de transcribirle el telegrama enviado por el señor Presidente de la República fechado el 13 de los corrientes y es del tenor siguiente:
Presidencia República. Bogotá. 13 de noviembre de 1935. Señor Presidente del concejo municipal Istmina. He tomado atenta nota de la proposición número 23 aprobada por ese concejo, que ha tenido a bien transcribirme en su telegrama del 14. Celebro vivamente que designación doctor Sofonías Yacup para intendente nacional haya sido bien recibida por todos; espero ciudadanía préstele su colaboración para llevar a cabo su programa. Presento esa corporación mi atento saludo. Presidente Alfonso López Pumarejo.
Soy de usted atento servidor, Heliodoro Arango, secretario concejo municipal de Istmina.
Número 618. Quibdó noviembre 19 de 1935
Señor don Heliodoro Arango, presidente del concejo municipal de Istmina.
Tengo al agrado de referirme a su atento oficio número 14 del 15 del presente fechado en esa ciudad y por el cual me comunica usted la respuesta que el señor Presidente de la república dio a la proposición que el concejo que usted preside le envió. Al agradecer a usted la referida proposición le manifiesto mi firme voluntad de trabajar en armonía con los concejos de la intendencia y todas las personas capacitadas, porque estimo que la tarea del mejoramiento del Chocó exige en esta sección más que en parte alguna la cooperación entusiasta de todos los elementos sanos.,
Confío, por tanto, en que ese concejo para la mejor organización del municipio de istmina ya habrá procedido a mejorar los sueldos de los corregidores y habrá dictado algunas medidas enderezadas a dotar al Distrito de mejores servicios públicos, entre los cuales ocupan sin duda alguna sitio de urgente preferencia los relacionados con la sanidad municipal, la educación pública y la asistencia social. De usted atento servidor
Sofonías Yacup, Intendente Nacional del Chocó.
Notas locales. —Presentamos nuestra sincera manifestación de pesar a nuestro apreciado amigo, doctor Sofonías Yacup, intendente nacional del Chocó, por el fallecimiento de su hermana Sara, ocurrido antier en la ciudad de Guapo. Lo acompañamos de todos corazón en su honda pena.
—Para Sautatá siguió esta madrugada nuestro amigo don Rafael Abuchar Torrijos. Le deseamos feliz viaje.
El hombre y el campo
Algunos obreros, que no son oriundos de la ciudad, sino de los campos, han tenido la franqueza de mostrarnos su sentimiento por la parte final de nuestro editorial del sábado en que hacíamos, como lo hacemos nuevamente, un llamamiento al campesino para volver al campo. Tuvimos la poca fortuna de no ser bien comprendidos en nuestro pensamiento que, por lo demás, es bien claro.
La invitación no es al obrero manual, al tipógrafo, al experto en albañilería, al carpintero, al herrero, en fin, al hombre que se hizo experto cuando la época inflacionista atrajo a los centros urbanos un número considerable de personas de los campos, por la demanda de brazos, con buenos jornales par las obras públicas.
Nuestro llamamiento no se ha dirigido sino a los que dejaron la agricultura, a los que abandonaron sus sembrados, a los que perdieron sus crías de cerdos y gallinas, o dejaron el hábito del trabajo minero y terminada la hora de la prosperidad urbana por la crisis económica y fiscal y prefirieron permanecer en Quibdó o en Istmina o en Condoto pasando trabajos y haciéndolos pasar a los obreros locales, siendo así que para ellos no costaba mayor dificultad regresar al campo, tomar de nuevo sus herramientas y limpiar sus predios, montar sus minas y vivir de nuevo con alguna holgura.
Un viejecito amigo nuestro, que se acostumbró un día a poco y a trabajar mucho en la ciudad, en alguna ocasión y de ello hacer cerca de un año fue aconsejado por nosotros para volver a la tierra. Cargado de años él fue a la mina, la montó de nuevo en asocio de su mujer y hoy día viene a la ciudad los viernes y nos da sus agradecimientos por el consejo, ya que el laboreo del yacimiento de la playa, que es libre para los mazamorreros, le produce lo suficiente para vivir, no digamos con esplendor, pero si con comodidad. Y otro muchacho joven, oriundo de Neguá, nos decía hace pocas semanas, cuando vino a cedularse, que un día cansado de esperar un puesto público que no le llegaba, optó por regresar a su tierra y hoy se estaba riendo de los que todavía deambulaban por esas calles de Dios, desesperados y tristes, y hasta de mal genio. Han creído algunos que en el Chocó se necesitan sumas considerables para emprender en el campo agrícola y hablan de formación de asociaciones que les facilitan dineros para sus labores. El crédito, de todos es sabido, se obtiene cuando ya hay algo comenzado, pro mientras no haya prenda para garantizar el pago, ninguna entidad hará préstamos. Nuestro campesino posee tierras y conoce los sistemas de cultivos del Chocó, de tal manera que lo que se necesita es el trabajo personal, la actividad personal y no el crédito para poner peonadas. El éxito del agricultor del interior radica en eso; se vale de sus propias manos, de las de sus hijos, sus mujeres y en fin de todos los miembros de su familia. Esto es lo que hemos pedido. Que el que sea agricultor y minero vuelva al campo, retorne a la mina y se conquiste una vida cómoda, mucho más saludable y amable que esta de las intrigas de la ciudad.