Que linda y bella es mi escuela
(Cuna de mi segundo hogar)
Jesús Arnelio Serna Lloreda
Al finalizar un año escolar y al iniciar el nuevo, la célebre frase que se escucha en todos los hogares a manera de himno nacional es “Voy a la escuela, a matricular a mi hijo”.
Para muchos la palabra escuela suena muy bonita y agradable, pero sin tener en cuenta los componentes o factores que la integran, o el alto grado de responsabilidad que pesa sobre ellos desde el momento que matriculan al niño. Porque la escuela no es solo el lugar donde recibe el alumno la enseñanza cotidiana.
La escuela es la lección y el maestro, los condiscípulos y el aula, los tableros y los libros, los premios y los castigos, el horario y la disciplina, los exámenes y la calificación, las travesuras y las reprimendas. Todo ello perdura en el alma del hombre con emoción infinita y está asociado a su memoria más feliz.
La escuela el hogar de la inteligencia, es la puerta abierta para todas las conquistas, el primer peldaño en el ascenso milagroso del hombre hacia la meta de sus más altas aspiraciones; es el laboratorio donde se fabrican las mejores esperanzas, donde se incuban los sueños más altos, más nobles y más bellos.
Por todo ello, la escuela debe ser alegre, la risa y el canto deben alzarse en ella como un himno, donde reina la alegría, habrá siempre mejor corazón para comprender el mundo y a los hombres.
El corazón alegre y el labio que ríe, sabrá entregar y recibir mejor su mensaje humano de compresión y de esperanza. La escuela debe ser blanca colmada de pureza y de limpieza como el alma y los corazones de los niños, como también en la conciencia y en la palabra del maestro, cuando levante en el aula su doctrina de bien y de amor con los niños. Esta blancura debe ser también en las paredes y en los cuerpos aseados, en la presencia armoniosa de todo lo que es ambiente y presencia de la escuela. En la escuela el sol y el viento deben encontrar libre los ventanales y las puertas por donde entran a jugar con las cabezas de los niños y dejan en ellos su mensaje de salud y vida.
La escuela es también una gran sociedad que a través de los años el hombre recordara siempre a sus condiscípulos y a su escuela, debemos hacer por lo tanto de la sociedad escolar un ambiente grato, que deje los mejores recuerdos.
El compañerismo será el mejor aporte que podamos hacer a la armonía social de la escuela en ella deben ponerse en práctica todas las virtudes que más tarde ha de practicar el hombre en su vida adulta.
La escuela es el segundo hogar de toda juventud; en ella pasa por lo menos la mitad del tiempo hábil del día, en la escuela se cumple la más importante misión de nuestra vida como lo es prepararnos para ser miembros útiles de la sociedad.
Respetemos y cuidemos la escuela y todos los objetos que sirven en ella para nuestra función de aprender, destruirlos es atentar contra nuestro propio bienestar.