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Cupica y su pista

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Javier Álvarez V.

Conocí Cupica en 1998, año cuando hice política por corto periodo. El poblado estaba ubicado en el antiguo Cupica, antes que la avalancha de 1999 destruyera en su totalidad el pueblo o que dejara pérdidas humanas. Por sus senderos se desplaza a Cacique, Pajal y La Pista, caseríos cercanos al centro urbano.


De Gabriel García Márquez había leído algo sobre Cupica, en su texto Crónicas y reportajes. Supe, así, que Cupica fue un asentamiento humano en cuyo territorio se producían dulces y deliciosas naranjas. Hecho que le permitió asegurar al Nobel de Literatura que, estando Cupica distante a una pulgada de Bahía Solano, los pobladores de este último poblado no las habían saboreado y degustado.


Los corregimientos o veredas de Bahía Solano se comunican vía marítima, salvo El Valle que se conecta a través de una precaria carretera terciaria. Las comunidades indígenas de Pozamanza, El Brazo y Boroboro se comunican vía fluvial con este último poblado. Cupica podría tener la posibilidad de comunicarse con el resto del país por medio del transporte aéreo, si se sabe que cuenta con una pista de aterrizaje, relativamente recién construida.

 

Pocos municipios de Colombia y del Chocó cuentan con el privilegio de tener dos pistas oficiales de aterrizaje. Bahía Solano podría estar entre la excepción; sin embargo, tenerlas no significa que se cuente con las instalaciones físicas dignas de un aeropuerto, ya que en Cupica son inexistentes, y en Bahía Solano parecen instalaciones en ruinas, si no fuera por los remiendos que a pedazos, cada cierto tiempo se evidencian.

 

Las sistemáticas e inobjetables justificaciones que se hacen los alcaldes de Bahía Solano por su natural e intrínseca ineficiencia para no procurar el mantenimiento, por ejemplo, de la carretera que El Valle-Ciudad Mutis, es porque pertenece al Chocó, se escucha; mayor y superlativa será la desidia y desinterés de los mandatarios si desconocen que la pista de aterrizaje de Cupica está en el inventario activo de la Aeronáutica Civil o del Ministerio de Defensa, destinada -o no-, para operaciones militares.


Los chocoanos somos costeños por partida doble: tenemos costas en el Caribe y en el Pacífico. Y si los habitantes de Cupica han aceptado con resignación trasportarse por el mar hasta Ciudad Mutis o Buenaventura, para encontrar salida e intercambio con otros lugares, es porque el perfeccionamiento de sus conocimientos para conducir una lancha de motor fuera de borda puede estar al alcance de cualquier familia o porque han adquirido su propio medio de transporte, sin alternativas del gobierno para habilitarles un modesto aeropuerto.


¿Han leído los programas de gobierno que presentan cada cuatro años los candidatos a la alcaldía de Bahía Solano? Técnica y astutamente los redactan para incumplirlos y no ejecutarlos, si alguno resulta elegido. Alguna vez me enteré que la pista de aterrizaje de Cupica se la estaba devorando el mar. Un hecho tan notorio o expresado, tal vez, por la misma comunidad a los políticos, que por lo menos debía alarmar a los alcaldes para que la asfaltada pista tenga una funcionalidad distinta: plataforma para llegada de ambulancias aéreas. La pista tendrá que ser propuesta de gobierno.

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