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¿Y los sindicatos qué?

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Ninoska Salamandra

Es triste ver y saber que en la época navi­deña se ha vuelto costum­bre que algu­nas entidades territoriales con la mayor naturalidad y sin un ápice de remordimiento dejan a sus empleados sin el pago de sus salarios.

Y algunas les adeudan no solo di­ciembre sino dos o tres meses más, a veces bonificaciones, primas, ho­ras extras.

Es una situación despiadada en medio de esta crisis económica que afecta más a unos que a otros. Y lla­ma la atención ver la actitud impá­vida de las organizaciones que pre­cisamente fueron creadas para de­fender y velar por el bienestar de los trabajadores; esta indiferencia deja mucho que pensar y más cuando se ha puesto de moda el reparto de coi­mas o el mejoramiento de los car­gos que ocupan y otras arandelas.

En muchos casos se logra saber que los dineros para adelantar di­chos pagos ya han sido girados pe­ro el pago no se da.

¿Será que dichas sumas de dine­ro continúan en los bancos ganan­do intereses y si es así estos donde van a parar?

¡Cójame ese trompo en la uña! Sería importante que las entidades de control se interesaran por estas anomalías que hacen escuela año tras año sin que nadie investigue sobre el tema.

¿Será que los administrativos que tienen que ver con este aspecto viajan y pasan las fiestas prestando y sin un peso en el bolsillo?

Parecen no darse cuenta que esta situación perjudica doblemente al trabajador, que aparte de no recibir a tiempo el pago de su salario las entidades crediticias tampoco les aprueban las solicitudes de présta­mos, ya que esto sería una forma de aliviar la situación.

Hay que ser humano, para enten­der que algunos funcionarios son cabeza de familia y aun trabajando ni siquiera tienen la posibilidad de brindarle una comida o un estreno digno a sus hijos, lo que obliga a acudir a los agiotistas pagando in­tereses altísimos, que en ultimas se les come el sueldo cuando les llega.

Lo que no se puede dudar son las exigencias en el desempeño de las funciones de los empleados, sin la oportunidad de decir algo, ante el riesgo de ser despedidos o recibir amenazas ya que no tienen quien los defienda o levanten las voces por ellos. Son esos trabajadores los que realizan el trabajo duro y lim­pian la cara de las instituciones, luego merecen tener a tiempo el pago que se ganan con sudor y sa­crificio.

Sería ideal que quienes tengan que ver con estos hechos hablen con sus conciencias y tengan una mirada retrospectiva de sus vidas, para que afloren esos recuerdos y vivencias que a veces se olvidan.

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