Líderes populares asesinados y Canciller majadero
Mario Serrato Valdés
Por allá en 1988 u 89 en una canallada típica de la prensa de este país, una editorial de El Tiempo decía más o menos: “No los maten porque al hacerlo los llevan a un lugar de martirologio inmerecido”. Se referían a los miembros de la Unión Patriótica a quienes el brazo armado de la ultraderecha colombiana exterminó en un genocidio infame que se prolongó casi 10 años ante la mirada impávida del mundo entero.
A pesar del cinismo sin precedentes de esa editorial afrentosa, 30 años después sigue teniendo vigencia el crudo mensaje: siete líderes populares asesinados en los primeros diez días del año lo evidencian.
A esa realidad que ruborizaría al más despiadado de los terroristas, los miembros de los clubes sociales de élite en Colombia, entre copas de whisky importado y ‘pases’ de perico de exportación, le suelen llamar “la más antigua y sólida democracia de Latinoamérica”
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Colombia perdió 75 mil kilómetros cuadrados de mar territorial recientemente con Nicaragua, la nación tiene un humillante número de detenidos en cárceles del extranjero, las relaciones comerciales con otros países deterioran nuestra economía y acrecientan el desempleo, los recursos naturales salen impunes de nuestro territorio y exportamos millones de dólares todos los días en ganancias de las empresas extranjeras, sin embargo, nuestro muy bien hablado, elegante, culto y absolutamente inútil Canciller Trujillo García, concentra toda su energía en atacar al gobierno de Venezuela.
¿Habrá alguien en la cancillería que le facilite a ese majadero un manual de funciones del cargo que ocupa?