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Arnoldo Palacios, un caminante que encontró su Madrededios

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Julio Martínez

El autor de la egre­gia novela Las Estre­llas son Negras, uno de las importantes de la narrativa afroco­lombiana, fue un ca­minante incansable por el mundo.

 

Oriun­do de Cértegui, en su niñez sufrió de polio­mielitis, pero eso no lo acongojó sino que le permitió estar en relación con la natura­leza y con los libros.

Le gustaban los escritos griegos, so­bre todo Sófocles y Eurípides, el huma­nismo, las biografías de líderes de la his­toria.

A los 15 años viaja a estudiar a Quib­dó y luego a Bogotá, donde terminó el bachillerato. Se identificaba con Diego Luis Córdoba, hizo acercamientos con Natanael Díaz, Manuel Zapata Olivella, y se inició como escritor en la revista Sábado, con un reportaje que causó po­lémica porque narró que Adán Arriaga Andrade se enamoró de la hija de un ga­monal y estando en medio de una fiesta el padre se la arrebató argumentándole que su hija no bailaría nunca con un ne­gro como él.

En 1949, a sus 25 años se ganó una beca para estudiar en la Universidad de París La Soborna. Allí se unió a grandes escritores como Aimé Césaire y Frantz Fanon, que luchaban por la emancipa­ción de sus pueblos.

Estuvo en varios países africanos don­de se sintió africano, por el trato recibi­do, sobre todo de los niños que le estrechaban la mano y le decían padre. Allí y siempre lo consideraron un nativo igual a los demás. Siendo chocoano nunca revelo la procedencia; incluso, por un tiempo se olvidó de las luchas antirraciales que lideraban pensadores como Manuel Zapata Olivella en Co­lombia, pues en Sudáfrica lo quisieron y lo aceptaron desde que se bajó del avión, él se conmovió por la masiva cantidad de negros en su alrededor, con los cuales se identificaba plenamente.

Sentía que la espontaneidad de los africanos no se debía a la cordialidad ofrecida a los foráneos, sino a la africa­nidad que él representaba, él se sentía africano y ellos así lo percibían y lo con­cebían.

Arnoldo vivió en Francia el resto de sus días junto a su esposa Beatriz y jun­to a sus hijos Leopoldo, Matías, Paul, Eloísa. Murió el 12 de noviembre de 2015, dejándonos un bonito legado en sus libros, de los cuales destacamos: Cuando yo Empezaba, La Selva y la Lluvia, Le Mamelles du Choco, Buscan­do mi Madrededios, Las Estrellas son Negras y muchos artículos periodísti­cos.

Arnoldo fue un chocoano ejemplar, un gran escritor, un hombre que venció las barreras para triunfar en el mundo de la literatura.

Escribió la novela referente de la lite­ratura afrocolombiana, mostrando la realidad de un pueblo que eternamente ha sido olvidado, por eso es considerado por los críticos como uno de los grandes exponentes de la literatura afrocolom­biana.

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