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El Chocó de Ayer

De la edición 3074 del periódico ABC (Octubre 19 de 1935)


Interpretaciones
En una carta que publicamos ayer, signada por el señor Alberto Arango L., al rechazar el título de socialistas que a los liberales de Istmina da el señor Prefecto de la Provincia del San Juan, por el hecho de haber sufragado con una lista encabezada por el doctor Diego Luis Córdoba, hace algún comentario sobre la manera como en la actualidad se constituyen los directorios o comités políticos, y establece una comparación con los sistemas de otros días, en que, según la versión del señor Arango, fue práctica inveterada en esta nuestra intendencia que las elecciones se hicieran cuando le venía en ganas al gamonal político, y cuando este tenía asegurada la mayoría en dicha corporación, que formaba siempre con elementos de su camarilla política. Y agrega, pero nosotros los istmineños resolvimos acabar con el gamonalismo y sus camarillas, como con esas prácticas legítimas, y de allí la persecución de que hemos sido víctimas y el mote de socialistas con que ciertos elementos han querido apocarnos e intimidarnos.


Hacemos esta afirmación, porque deseamos exponer un concepto que es conveniente que se fije, porque en el Chocó, como en casi todas partes, en donde el electorado es ignorante en una gran mayoría, no hay otra cosa que una mixtificación de la verdadera democracia. Otra de las listas de candidatos para comités políticos, las confeccionaba el gamonal, o las hacían sus adictos con elementos integrados por ellos mismos, o por sujetos incondicionales. Hoy evidentemente no son esos gamonales quienes las confeccionan pero tampoco hay legítima, genuina y verdadera expresión democrática en el resultado de las votaciones.


Las listas se confeccionan previamente, y se hacen a escondidas, se planea la campaña por cinco o diez o una sola persona, y el electorado no sabe por quien va a votar. Lo hemos visto en las dos últimas elecciones para cabildantes, en que las listas solo se dan a conocer el día preciso en que vence el término para la inscripción. ¿Con qué objeto? Con el de que nadie discuta nombres, y se acaten órdenes sin protesta.


Es decir, para estos actos se obliga al electorado a consignar su voto por determinada lista, no hay verdadera libertad, no hay acto alguno libre del propio pueblo. En la práctica se ha cambiado de gamonal. Ayer unos, hoy otros.


Por eso, cuando se habla del electorado independiente, del electorado sensato, de la opinión pública manifestada en tales o cuales elecciones; en pro o en contra de un mandatario, nos sonreímos, porque aquí en el Chocó, como en muchas partes de Colombia, gana las elecciones o adquiere los puestos de gobierno quien mejor hace su campaña, porque aunque nuestra Constitución garantiza el voto libre y secreto no es el libre ejercicio de tal derecho, porque, o le sustituyen su papeleta al cándido campesino, o lo engañan y lo hacen firmar una protesta o una adhesión de que él no se da cuenta. Mientras este electorado nuestro no adquiera personalidad propia, mientras no se le acostumbre emitir su voto con entera libertad, confeccionando él mismo su lista o aceptando la que hayan formado las directivas, por estudio personal, o por razones de política, constituirá una desfachatez decir que la opinión pública afirma o niega esto o lo otro.


Y ya que hemos hablado de esta cuestión de elecciones, queremos referirnos finalmente a algún concepto del doctor Bonilla Gómez, estampado en una entrevista que concedió a un cronista de ABC, hace unos pocos días. El doctor Bonilla Gómez dice: ‘Cuando se aprobó la ley 7º de 1932, el legislador quiso y así lo expresó,que las listas de candidatos a los cuerpos colegiados se formaran por elementos de distintos partidos políticos, a fin de que estos cuerpos dejaran de ser agrupaciones domésticas y se convierten en unas agrupaciones independientes. De manera que el comunismo de una o de dos de una lista no contagia a los demás.


La interpretación jurídica es esa. Pero es lógico suponer que todos esos matices, todas esas corrientes, todos esos partidos, tienen directivas que les impartan normas de acción, para no obrar dislocadamente, por lo cual todo lo que se aparte de esas normas no es otra cosa que una disidencia, y eso no lo buscó el congreso. De otra manera, es decir, si se dejara sin control a las corrientes políticas, querría decir que carecerían de objeto las directivas y se presentaría un caso típico en el mundo. En el universo entero los partidos se organizan y disciplinan para que su acción sea fecunda.


Por eso decíamos ayer, y lo repetimos hoy, que en el caso concreto que hemos venido comentando lo que no encontramos aceptable, porque sienta mal procedente es que nuestras listas de candidatos para concejo y otras corporaciones las encabecen elementos, aunque sean muy prestantes que no pertenezcan al partido liberal. A este respecto nos parece que el liberalismo dictó normas precisas, y como para que no quepa duda, transcribimos el concepto de Arango Vélez, al día siguiente de los últimos escrutinios.


“La victoria sobre el conservatismo fue decisiva. Y sobre el socialismo, o sindicalismo, o como quiera llamarse fue sencillamente, aplastante.

 

Ya liquidamos esa pantomima rusa. Que si se le hubiera dejado prosperar más, habría dado de muerte al liberalismo en menos de un año. A este respecto, las directivas liberales, pueden tener la satisfacción de haber desempeñado ahora un papel semejante al del Papa León cuando salió a las puertas de Roma a salvar la ciudad de la invasión de las hordas de Atila”.

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