Nuestro sistema de salud
Luis Alberto Trujillo Vásquez
En Colombia el sistema de salud tiene muchas carencias, y el Chocó no es una excepción.
Gracias a la Ley 100 y durante las dos administraciones de Luis Gilberto Murillo Urrutia, hoy Ministro del Ambiente, nuestra salud se fue por el piso. Sobre todo en su última administración donde privatizaron los centros de salud de 22 municipios y tres hospitales locales, el Julio Figueroa Villa de Bahía Solano, el Lascario Barboza Avendaño de Acandí y el Hospital Local de Unguía.
Si usted se enferma a las 10 p.m. estará en serios problemas, pues a esta hora no encontrará ninguna farmacia abierta.
Si el caso necesita intervención de especialistas y viajar a otra ciudad, la situación empeora, pues si no tiene medios económicos, sería mejor que su familia se alistara para su muerte.
En unos casos solo consigue un pasaje por carretera y según la patología del paciente debe jugarse la vida en un viaje de ocho o diez horas, con los peligros que implica el mal estado de las carreteras, los posibles atracos, secuestros, amenazas por la situaciones de orden público, pues la tan cacareada paz es un artilugio en manos de quienes podrían reglamentar algo pero no lo hacen.
Cada que cambia un gobierno nacional ofrece esto y lo otro, como se dice, ‘de dientes para afuera’ (‘tou odontos iya exo’), pero a la hora de la verdad esto es otra muestra de letra muerta.
Si no estos afiliados a una EPS no te atienden, hasta que no lleves una ficha de SISBEN, o mejor dicho “dime cuánto dinero tienes y yo te diré como serás atendido”.
Los habitantes de residencias San José, (cementerio de Quibdó) están en el sueño profundo, del que no hay regreso.
¿Quién podría decir por qué?
El famoso paseo de la muerte sigue vigente en nuestra Villa de Asís y es “Juan Pueblo” la víctima que siempre paga lo que no debe.
Al llegar a otra ciudad le dicen “usted está equivocado, tiene que ir a tal lugar”.
Y al ingresar allí, le salen con el estribillo, “no es aquí; es en tal lugar”. Y de esta manera entre un sitio y otro el enfermo viaja al más allá.
No hay diferencia de colores, ni de razas y allí si lo mandan al sitio que por sus acciones en este mundo se hizo acreedor el Señor Eterno, que desde siempre ha conocido a cada ser humano, le da el perdón o el castigo merecido y allí si será el chasquear de dientes para algunos y el premio para otros.
¿Amigo lector, con la mano sobre el corazón, usted qué opina?