Sombra enrarecida en la Registraduría
Mario Serrato Valdés
La democracia colombiana presenta matices complejos gracias a que la misma élite que aparenta dividirse en partidos políticos, (más parecidos a pandillas que a espacios para la reflexión y el estudio) es la que controla el conteo de votos.
Todos conocemos la maniobra electoral de 1970 que nos obligó a padecer el gobierno ilegítimo de Misael Pastrana.
Un poco más acá en el tiempo, un candidato sinvergüenza introdujo 6 millones de dólares de la mafia en su campaña por lo que debió dedicarle todo el período de su gobierno a negarlo infructuosamente.
Más cercano en el tiempo, se encuentra el suceso de un mandatario mesiánico que entre un baño de palacio, con una congresista aturdida y gracias a la entrega de unas notarías y algo de dinero, consiguió modificar la constitución para hacerse reelegir.
Ahora se cierne sobre todos nosotros la sombra enrarecida de la actual administración de la registraduría, cuya dirección está dispuesta a acatar las maniobras que le indiquen los dirigentes de la derecha (asustada como nunca), por la posibilidad de ser sustituida en el control del gobierno.
Ante el hecho irreversible que implica perder el poder, la derecha nacional descubre su verdadero rostro de pandillero nocturno y apunta sus bates y cadenas de lumpen callejero hacia la Registraduría Nacional, la que, de paso, controla un miembro más del parche criminal.
Atentos colombianos, un fraude de proporciones colosales planean ejecutar los pandilleros que desde hace 200 años han mal gobernado y destruido este país.