¿Qué sabe usted del Chocó?
Por Edgar Hidalgo T.
¿Qué sabe usted sobre el viaje de Agustín Codazzi
a Quibdó en 1819 ?
Agustín Codazzi
El ingeniero militar italiano Agustín Codazzi viajó a América y apoyó a Bolívar y Santander en la guerra de independencia del imperio español.
En el segundo semestre de 1819, por los días del triunfo de los patriotas sobre los españoles en la batalla de Boyacá, Codazzi sube por el río Atrato y llega a Quibdó simulando ser un comerciante pero en realidad realizaba espionaje a favor de los independientistas.
Narra que los indios vivían en cabañas redondas en los suburbios de Citará y que “son útiles únicamente para la navegación del río y para nada más; ningún vestido los cubre, excepto una pequeña camisa para los hombres y una falda para las mujeres, que les llega hasta la rodilla”.
“Los negros hacen el oficio de domésticos y en las varias habitaciones situadas a lo largo de la orilla del río son los trabajadores del oro, ya que solo ellos son capaces de resistir las grandes fatigas, las aguas continuas, el clima perverso y pútrido de estas regiones; están totalmente desnudos. Los hombres llevan solamente un saquito en el que esconden las partes vergonzosas y las mujeres una pequeña falda formada por dos pañuelos unidos que se amarran sobre la cintura y llegan más arriba de la rodilla. Cuando van a la ciudad los hombres se ponen un par de calzoncillos cortos, blancos y muy anchos”.
Sobre los criollos dice que “están siempre enfermos. Solo la avidez del oro los ha traído desde el interior del país y de los puertos marítimos para venir aquí a conducir una vida de las más miserables que se puedan imaginar. El color amarillento y los abultados vientres que tienen indican claramente que las fiebres, la hidropesía, el estreñimiento jamás los abandonan.
Hombres y mujeres están siempre enfermos. Cuando los habitantes salen por la ciudad llevan zapatones con gruesas suelas de madera, con los que van a una altura de seis dedos sobre el suelo. Van vestidos de paño, con pequeños gabanes al estilo de los peregrinos, y siempre con paraguas. Pero todas sus precauciones no los preservan durante el año de las fiebres y las más de las veces terminan su vida miserablemente, en medio del oro, del que aprovechan después sus herederos”.
Ver http://babel.banrepcultural.org/cdm/ref/collection/p17054coll10/id/2391