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Compraventa de votos y fraude electoral

Mario Serrato Valdés

El número de cu­rules obtenidas por los partidos de ultraderecha como el Centro Democrá­tico y sobre todo Cambio Radical, so­lo por citar dos de ellos, sin duda se re­ducirá por acción de la justicia. Quien re­vise bien los nom­bres de los integrantes de esas agrupa­ciones confirmará que los elegidos tie­nen más compromisos con la justicia que con los electores. El Fiscal General tendrá que acudir a muchas maniobras si quiere impedir que sus copartidarios, en vez de ir al Congreso, vayan a la cár­cel.

La compra venta de votos tiene un hermano gemelo llamado fraude electo­ral. Una y otro se pasean en los escena­rios de estas elecciones dispuestas a asestarle golpes a nuestra frágil demo­cracia. Mientas la compra venta de vo­tos pone la pierna en la pared en cada esquina oscura de la jornada y la ase­dian mercaderes deformados, el fraude electoral se sienta a manteles en los clu­bes sociales exclusivos en donde acuer­da con los mismos canallas de hace 200 años el destino de todos nosotros.

Le digo a alguien que la corrupción en Colombia se remonta a 200 años y que se puede probar que unas mismas castas políticas son responsables de los actos más descarados de abuso y saqueo con­tra el patrimonio público. Su respuesta fue: -ese argumento no convence a na­die-. - votaré por los mismos- . Trás ello me suelta un rotundo y paralizante -”es mejor malo conocido que bueno por co­nocer”-. Parece que muchos de nosotros consideramos que nuestra humillante realidad, el nepotismo, la ausencia de democracia y el subdesarrollo, son si­tuaciones inmodificables y positivas.

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