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El Chocó de Ayer

De la edición 3036 del periódico ABC (Julio 29 de 1935)
Honores a César Conto con motivo del centenario de su nacimiento
Proyecto de ley presentado al senado por Emiliano Rey, Armando Solano y Luis de Greiff
El Congreso de Colombia, Decreta.
Artículo 1º.- La nación conmemora el primer centenario del nacimiento de César Conto, y con tal motivo se asocia a los festejos que se celebrarán en Quibdó, lugar del nacimiento del esclarecido republicano.
Artículo 2º- Un busto de bronce costeado con fondos del tesoro público se erigirá en Quibdó, y sendos retratos al óleo se colocarán en las gobernaciones del Cauca y el Valle del Cauca, y en una sala de la h. Corte Suprema de Justicia.
Artículo 3º.- Se crea la ‘Beca César Conto’, para enviar al exterior, cada tres años bachilleres chocoanos que en las universidades de Europa y los Estados Unidos cursen y completen estudios técnicos de minería y química industrial.
Artículo 4º.- Los gastos que ocasione el cumplimiento de la presente ley, serán incluidos en el presupuesto de la próxima vigencia.
Bogotá, julio 23 de 1935
César Conto fue un hombre múltiple. Sin hipérbole se le considera uno de los más poderosos y más fecundos talentos de Colombia.
Gustábale alternar el cultivo de la mente en altas disciplinas literarias con las tareas del político, del hombre de gobierno del guerrero, cuando le era preciso acudir a los campos de batalla en defensa de sus ideales.
Hombre de raro valor, de una serenidad a toda prueba sea considerado estratega, que colocó muy alto su nombre en la guerra de 1850 y, más tarde, en 1876 cuando gobernaba el Estado Soberano del Cauca, que era media república, hubo de hacer frente a una revolución armada, formidable que le promovieron sus adversarios con pretextos religiosos más que políticos y auxiliados por otra de las secciones del país en donde tenían el mando esos mismos adversarios.
A Conto le fue dispensado, como en un plebiscito, el título de general. Se consideró que en 1885 habría triunfado el liberalismo al haber sido el célebre chocoano su guía en los campos de guerra.
Díjose además, que el habría sido el candidato a la presidencia nacional, si su partido hubiera podido acudir entonces a las urnas.
Su labor en las secretarías del gobierno del Cauca en la secretaría o ministerio del tesoro bajo el presidente Salgar, que hizo la mejor de las administraciones públicas de que puede ufanarse nuestra patria lo revelan como estadista distinguido.
En los cuerpos colegiados era formidable su argumentación oportuna y acerada su réplica.
Ponía al enemigo en ridículo y manejaba con igual facilidad el idioma, así en prosa o en verbo. Repentista e improvisador figura entre los primeros de nuestro parnaso. Aparte de ello fue poeta genial, traductor e intérprete feliz de grandes cantores de otras lenguas, sobre todo de la inglesa.
Este idioma llegó a dominarlo cual si hubiera nacido a orillas del Támesis y en vez de educarse en Bogotá lo hubiera hecho en Oxford o Cambridge . Una de sus obras más afamadas es la titulada ‘Apuntaciones sobre la lengua inglesa’ que fue altamente elogiada por don Rufino Cuervo.
Le placía el estudio de las lenguas vivas y muertas. Después de sortear difíciles situaciones políticas, holgábase traduciendo los clásicos griegos y latinos. Fue autor de un magnífico texto para aprender el italiano; empleó el sistema que prevalecería en otros tiempos pero que aún gusta y se aprecia en ese libro, en donde la exposición es de claridad suma y va el alumno asimilándose suavemente, sin grandes esfuerzos, el idioma de D’Annunzio.
De la lengua patria nos dejó un excelente diccionario ortográfico de nombres propios y apellidos con la ortografía también de los nombres geográficos de Colombia que se pueden prestar a dudas y los apellidos extranjeros entre nosotros conocidos. De esa obra, editada en Europa, se han hecho como treinta ediciones.
Dejó gratísimo recuerdo como educador. Qué dotes de pedagogo las suyas! Cómo explicaba las materias a su cargo en la cátedra.
Lo mismo dictaba asignaturas de humanidades que de filosofía y jurisprudencia. Fue un gran abogado, excelente compilador de las leyes caucanas, y administrador de justicia en diferentes escalas del ramo, desde los modestos circuitos hasta la Corte Suprema de Justicia. Aquí vino, como se acostumbraba según el código de Rionegro, por el voto de varias secciones del país, y a una edad relativamente temprana, cuando eran provectos jurisconsultos los llamados de provisionar a esos cargos de la magistradura. En esta, era frío, severo, inexorable. Sabía sin contemplaciones, dar a Dios lo suyo y al César también lo que le correspondía.
Por último, y para no fatigaros, honorables senadores, diremos que Conto fue, en la vida social, espejo de hombres cultos y de caballeros. Era gala de toda reunión a que concurría, y las personas de cualquier estado, clase y condición, se complacían departiendo con él sobre temas que Conto sabía sostener a la altura y al agrado de sus interlocutores.
Y siempre, y donde quiera era modelo de corrección y gentileza.
Hasta en bailes y banquetes ejercía, por su porte y maneras, acaso sin quererlo, una cátedra de urbanidad y buenas maneras. Tales condiciones para la vida de sociedad le sirvieron para borrar asperezas en días de ardua lucha cuando el enemigo no daba cuartel y Conto se hacía estimar, o al menor respetar, por todos y de todos.
Honorables Senadores Emiliano Rey, Luis de Greiff, Armando Solano.

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