Se conocen anuncios de otros personajes de la vida política del Chocó que aspiran a las corporaciones públicas de las elecciones de 2018. Postulaciones que no resultan novedosas, ni atractivas, ni propositivas, si no fuera por el simple hecho de ser candidaturas en cuerpo ajeno de familiares condenados por parapolítica, o porque se alzan en rebeldía contra los jefes de las casas políticas del Chocó.
La casta del lozanismo, de cuya estirpe son los Sánchez Montes de Oca, tiene el prontuario y la baja de sus dos principales líderes que terminaron ajusticiados por la Corte Suprema de Justicia que los encontró culpables de concierto para delinquir, por aliarse con los paramilitares de ‘El Alemán’, y por peculado, cuando se desempeñaron como Representante a la Cámara y gobernador, respectivamente.
Lo mismo ocurrió por los lados del Movimiento de Integración Regional, MIR, de cuyo tronco y vástago desciende la línea directa edgareulisista y el ibarguenismo de la que su jefe supremo y único resultó encarcelado por su juez natural que los encontró culpables y responsables del delito de concierto para delinquir, y permitir que los paramilitares los ayudaran a elegir como parlamentario y gobernador, por conducto de Freddy Roldán. Y ni que decir del cordobismo (el halabysmo, el escobarismo, el efrenismo y el niltismo), los dos primeros condenados por corrupción y paramilitarismo y los dos últimos quedan en capilla.
Ni el castigo ejemplar que recibieron ha impedido la renuncia a la actividad política local, para que surjan otras alternativas, sino que inútilmente han postulado a sus hermanas e hijos -para cada caso-, en dos períodos constitucionales sin contar con el respaldo del pueblo. Así se entiende el círculo vicioso que no se rompe por el amiguismo, la falta de conciencia e inmadurez de un pueblo que se aferra a su atraso.
Chocó está lejos de encontrar salida a ese oscuro panorama político. Los primeros en enrarecer el ambiente son sus profesionales. Se han mostrado incapaces de afrontar un liderazgo independiente y agencian su subordinación por puestos y contratos, en la lógica perversa de la burocracia como única mecanismo de sustentar su profesionalismo.
Quienes por el momento nos gobiernan saben que sus relevos no estarán cerca, ni menos en cabeza de quienes ellos (los políticos) conducen a sus destinos con la dócil servidumbre de sometimiento y “la voluntad del poder” que los manipulan y chantajean.
No habrá rebeldes, indignados; menos, promesas esperanzadoras en las nuevas elecciones. Sencillamente habrá ratificación de la mediocre dirigencia regional que ejercita la compraventa del voto, el gamonalismo providencial y las cuotas burocráticas; una ciudadanía que hace el juego corrupto a quienes le ponen el “anzuelo con carnadas de dinero”, ladrillos, techos y cemento; y un electorado constreñido para el cual la justicia se hace la ciega.
Así serán las elecciones
Javier Alvarez Viñuela