Los chocoanos asociamos al Santo Ecce Homo con la población de Raspadura, lugar de peregrinación donde existe un santuario con la imagen del Señor, a la que miles de creyentes acuden permanentemente en busca de favores y a agradecerle por los milagros concedidos.
Pero hay una historia, poco conocida en el Chocó, sobre una imagen del Santo Ecce Homo que fue encontrada a orillas del río San Juan, en cercanías de Istmina, y luego trasladada a Ricaurte, corregimiento del municipio de Bolívar (Valle del Cauca), donde hoy es venerada por feligreses procedentes de todas partes de Colombia y del exterior.
Cuenta la historia que en el siglo XVIII, un comerciante llamado Rafael Urriago se encontraba en Istmina vendiendo mercancías cuando, acosado por la sed, se acercó al río San Juan para tomar agua. Entonces divisó en la orilla un pedazo de madera que le causó curiosidad porque en él se percibía una sombra que parecía la figura de un santo. Maravillado, lo guardó cuidadosamente, lo llevó a su casa en el pueblo de Yegüerizo (hoy Ricaurte) y se lo obsequió a su señora madre como recuerdo de sus viajes por el Chocó. Con el paso del tiempo la que antes era sólo una silueta se fue haciendo cada vez más nítida hasta ser reconocida como la figura del Santo Ecce Homo. Con gran devoción, su dueña la ubicó en una repisa de la sala para que fuera admirada por los pobladores. En cierta ocasión, a consecuencia de un temblor, ésta cayó al suelo y se rompió en tres pedazos, pero la señora con sumo esmero unió los fragmentos quedando la reliquia impecablemente reconstruida.
Según la leyenda, el origen de esta pieza de madera se remonta a la época de la esclavitud, cuando un esclavo negro pintó en el fondo de una batea la imagen de Jesús Nazareno, quien le hizo el milagro de curarlo de una grave tuberculosis y que además le dio la fortuna de que en cada barequeada con dicha batea sacara muchas pepitas de oro.
A esta imagen se le atribuyen muchísimos milagros y hoy en día reposa en el Santuario del Divino Ecce Homo, en Ricaurte, a donde llegan incontables cantidades de turistas y fieles, convirtiéndose, junto con la Basílica del Señor de Los Milagros de Buga, en uno de los sitios religiosos más importantes del Valle del Cauca.