Como es bien sabido por todos, el problema de la delincuencia crece en todo el territorio nacional, y a lo cual el departamento del Chocó no es ajeno a este flagelo.

Y cada vez se agudiza más, por el maltrato en las familias, hijos sin padre, sin control alguno, sin orientación por un lado y el desempleo de los padres por otro (si los tienen) lo que conlleva a tener un modo de vida infrahumano, viviendo en tugurios, cambuches, ya que los padres no tienen ingresos adecuados para darle lo que un niño, niña, adolescentes necesite, vivienda digna, educación, salud, vestido, una buena y adecuada alimentación etc.

Por eso estos jóvenes salen en busca del ‘sueño americano’ a como de lugar, acudiendo a robos menores, a la droga, al alcohol, a la prostitución y lo que es más grave aún, a la delincuencia juvenil (pandilla).

Si a todo lo anterior se le agrega el problema del desplazamiento forzoso, donde no tienen un lugar hacia donde ir porque el Estado no les brinda las garantías necesarias y suficientes a la solución de sus problemas.

La delincuencia aumenta, como también la hambruna y la miseria, los cuales buscan un refugio o lugar donde vivir, como Quibdó, creyendo que en la capital del departamento del Chocó está la solución, lo cual agrava