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El Chocó de Ayer

De la edición 3024 del periódico ABC (Julio 6 de 1935)


Notas locales. -Gorgonio Restrepo representante de la Singer Sewing Machine Co. ha llegado a Quibdó. Atento saludo.
-Presentamos atento saludo de bienvenida a los doctores Ricardo de la Cuesta y Joaquín Ramírez, y al señor Pérez Uribe, ingeniero jefe de la carretera Quibdó-Bolívar, ingeniero del sector de Quibdó a El Carmen e inspector, en su orden, quienes llegaron a Quibdó anoche.
-Procuraremos informarnos con los doctores de la Cuesta y Restrepo sobre estas cuestiones de la carretera, para comunicar a nuestros lectores.


El retiro de Borda Mendoza
Desconsoladora noticia hemos recibido, al saber que muy en breve partirá a la capital de la república, el culto y eminentísimo médico doctor Alfonso Borda Mendoza. La intendencia no pudo hacer una elección mejor ni más precisa, al contratar los servicios profesionales de este honorable y prestigioso galeno, que se retira de la ciudad dejando un vacío irreemplazable en la dirección del Hospital de San Francisco.
Todos los que en busca de lo definito acudimos a él, recibimos su apoyo con presteza. Y no encontrábamos al tirano ni al empalagoso petulante, engreído, sin atender influencias sin analizar posiciones y sin miraje de colores, aplicaba con certeza el elixir vivificante que infundiera la resurrección.
La consagración, la disciplina, la organización, el respeto, la atención, el aseo y la valiosa cooperación de las reverenda Hermanas que hacen las veces de enfermeras, se impusieron en el reglamento del lujoso Hospital, conquistándose las simpatías y el agradecimiento de tantos seres humanos, que abatidos por diversos y complicados males llegaban quejumbrosos hasta él.


Crónicas sobre Acandí (VII). Por Julio Abril
Hablemos un poco más de la importancia histórica del puerto de ‘La Gloria’. Correspondiéndole también a Vasco Núñez de Balboa organizar la fundación de la población de Santa María, cuando estaba en todo el apogeo y con intensa inquietud de conquistar y descubrir.
En una de sus excursiones realizadas por territorios habitados por indígenas, se enamoró, hasta lograr atraer el cariño y las simpatías de Anayanci, hija del célebre cacique Dabaibe, consiguiéndola después para llevarla a la colonia como su compañera.
Vivía Balboa en unión de su elegida, disfrutando de las atenciones y del aprecio que le profesaban los indios, de sus exploraciones y de los honores adquiridos por sus gestos humanitarios, cuando al ser avisado por Panquiaco, voló para inmortalizarse, descubriendo el grande Océano Pacífico. Por donde iba su palabra convincente, su energía de carácter, su corazón magnánimo y sus manos bondadosas se entregaban a curar gratuitamente las enfermedades de los indios, ofreciéndoles toda clase de garantías y apartando de ellos el temor de verse en medio de los blancos.
Desde Santa María Atrato, donde aún existen lugares con los nombres primitivos que el bautizará, como el Riosucio o Negro que se llamó entonces, porque sus aguas permanecían enturbiadas por el lodo.
Una tarde, y cuando menos lo esperaba, divisa Balboa, desde Santa María, una agrupación de navíos de velas que se aproximaban al lugar donde él se encontraba. Al principio sintió satisfacción, porque creyó que se trataba de enviados por su Alteza el rey de España, para reforzar y estimular sus esfuerzos conquistadores, de los cuales ya había sido noticiado, pero bien pronto se le apoderó el decaimiento y los sinsabores, porque tal expedición venía provista de víveres y armamentos, alcaldes, notarios, obispos y del nuevo gobernador de esta provincia don Pedro Arias Dávila, el cual venía a desalojar al conquistador de su posición, para empañar los títulos y honores que sólo a él pertenecían. La indígena Anayancy fue enviada por Balboa a Castilla para que aprendiera el español y se ilustrara en el servicio y atenciones que su rango le exigían.


Mandatos que no se cumplen
Con el deseo de poner en manos de los gobernadores un arma para contener el rosario de impuestos que año por año ‘pasan’ los concejos municipales con perjuicio del pueblo, el congreso de 1931 expidió las leyes 91 y 126 que prohíben de manera terminante grabar con impuesto alguno el simple tránsito por su territorio de los semovientes y demás productos de industrias nacionales y establecer medidas que estorben, dificulten o embaracen el libre intercambio comercial. Y por sobre todos estos mandatos que se cumplen en todo el país, pasan los concejos del Chocó, sin pensar siquiera que los impuestos que graban los artículos alimenticios de primera necesidad son la causa de que se sostengan precios en Quibdó que no se ven en ninguna otra parte de Colombia. Además de los artículos excepcionados de gravamen, en el Chocó también lo son la carne y el pescado salados, la harina de trigo, la azúcar, el queso y muchos otros que hacen la base de la alimentación de nuestro pueblo. El arroz, que para fortuna nuestra se está produciendo en muy apreciable cantidad, se despacha a otras plazas debido al temor de los tres centavos por el que aquí se cobran.
Se necesita buscar los medios para que al pueblo lleguen al menor precio posible, estos artículos alimenticios. Hay que salir de la esclavitud de que todo tenemos que importarlo de otros departamentos.
La indispensable revisión ha de rebajar en mucho las entradas fiscales. Pero ello no implica obligación para que se continúe violando las leyes y perjudicando al pueblo trabajador que se considera con sueldos y jornales muy bajos, siendo la verdad muy otra: el alto costo de la vida es lo que nos ahoga las mejores energías. Las dificultades del principio pueden ser retribuidas con el beneficio que se haga al pueblo que sufre los rigores del hambre y la miseria.

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