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¿Por qué somos así?

Luis Alberto Trujillo Vásquez

El que otro­ra fuera paradigma de honor, gloria, orgullo y pres­tigio, que ins­pirara a poetas, escritores y cantores, y que fuera despensa gratuita para la clase menos favorecida, el majestuoso río Atra­to, hoy es solo una cloaca podrida y maloliente por cuenta del abuso y maltrato de quienes antaño se sentían orgullosos de vivir en sus orillas.

¿Qué mal o daño nos ha hecho, para que le paguemos de esta ma­nera?

En las décadas del treinta, cua­renta y el cincuenta las basuras eran biodegradables en un 97 por ciento. De allí para acá se invirtie­ron estos valores y hoy el 97% está compuesto por plásticos de todo ti­po y otros elementos no biodegra­dables.

A las miles de toneladas de por­querías que le arrojamos, se suman cientos de miles de millones de bolsas, tarros, frascos y demás ele­mentos, que permanecerán por siempre causando un daño irrepa­rable.

Lo más diciente es que nos caca­reamos tener tanto intelecto pero ninguna organización o persona oficial o particular dio la voz de alerta.

¿Como, amigo lector, le explica­ría a una persona de afuera que un río que corre por entre la selva, pa­dece una enfermedad terminal?

Con los medios de comunica­ción de que disponemos hoy, nadie puede alegar ignorancia.

Será muy atrevido decir que esta manera indigna de proceder y de­jar hacer, es la medida exacta del desgobierno, y falta hasta del mas elemental concepto de interés por cuidar el entorno, de que estamos provistos y le aplicamos a cada co­sa del devenir diario.

Igual suerte han corrido los ríos San Juan, Baudó, Cabí y toda que­brada que está cerca de poblacio­nes.

Dice el refrán que “Quien escu­pe para arriba, indefectiblemente le caerá en la cara”. Aquí se cum­ple con toda exactitud.

Albert Einstein dijo bien claro: “El hombre necio cree que hacien­do siempre lo mismo los resulta­dos serán diferentes”.

Y otro más sabio gritó a los cua­tro vientos: “La comida de mañana siémbrala hoy”. Pero para nosotros nada de eso tiene valor. ¿De qué estamos hechos?

 

Este criminal resultado no está dado por el avance científico y las mega fábricas, sino por las malas costumbres de propios y extraños que nunca vemos con claridad mas allá de la punta de la nariz.

 

Otro dicho que se cumplió fue aquel de que “Lo que nada nos cuesta, volvámoslo fiesta”

 

Crueles y muy duras realidades para un pueblo que se acerca cada vez mas a tener que soportar la hambruna, pero que continua cie­go y torpe maltratando a la madre naturaleza que lo único que ha he­cho es servirle con todo lo que tie­ne.

 

¿Por qué somos así?

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