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Marrullas y la pista de la hacienda Nápoles

Mario Serrato Valdés

Cuando la pro­puesta afecta a las clases medias y ba­jas, estamos frente a una “razonable” medida de “sosteni­bilidad fiscal”, pero cuando afecta a la clase alta, estamos imponiendo una modalidad perversa de odio de clases. ¿Quién cae en esas marrullas? Manipu­ladores profesionales de los conceptos económicos, manosean y deforman los criterios políticos. Francamente ya es­toy muy viejo para soportar a tanto em­baucador.

Las pistas aéreas y los aeropuertos presentan diferentes destinaciones: mi­litar, fumigación, enseñanza, carga, pa­sajeros, carga y pasajeros. Es más, algu­na vez vi que habilitaron una pista aérea para un carrera de autos en que participó Juan Pablo Montoya. Dicho lo anterior, puede asegurarse que la pista de la ha­cienda Nápoles tuvo desde su construc­ción y licenciamiento, hasta que fue in­cautada la hacienda, el único propósito de transportar cocaína. La pista de la ha­cienda Nápoles parece una ecuación biológica simple: fue engendrada por traquetos, construida por traquetos, au­torizada por traquetos, usada por traque­tos y abandonada por traquetos.

“¿Se imaginan cuánta cocaína salió desde la pista de la hacienda Nápoles después de serle otorgada la licencia de operación que le concedió la adminis­tración aeronáutica de la época? ¿Y cuantos bultos de “billete verde” reci­bieron en esa pista maravillosa? ¿Pope­ye tendrá la respuesta? El momento más exitoso de Pablo Escobar en su oficio de traqueto profesional, se presentó cuan­do obtuvo esa licencia. Después le dio por matar a Lara Bonilla y poner bom­bas por todas partes y se acabó el parai­so que con tanto cariño y esmero le construyeron desde Aerocivil.

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