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Muerte y no resurrección del partido liberal

Jesús Arnelio Serna

Es un caso increí­ble lo ocurrido el 27 de mayo con las elecciones presiden­ciales.

Es triste y vergon­zoso ver hoy lo que en otrora fue un partido de tanta trascenden­cia, como el partido li­beral, que nació con Francisco de Paula Santander y hoy muere con César Gavi­ria, que en una forma egoísta, llevo el partido a su desintegración y sacrificio después de tantas glorias que recibió de él.

 

Gaviria nació en el partido liberal, luego militó en el Nuevo Liberalismo del caudillo liberal Luis Carlos Galán. Y ante su cruel asesinato llegó a la presi­dencia.

 

Al mucho tiempo le toca asumir la di­rección y conducción del partido, pero su elección en la dirección creo grandes divergencias entre los mismos liberales porque muchos no compartían algunas de sus ideas y decidieron retirarse del partido.

 

Desde ese momento empezó la crisis del liberalismo, que repercutió negati­vamente en la aspiración del doctor Humberto de la Calle, que creyó contar con el respaldo unánime de su partido. Muchos decidieron retirarse y no darle el respaldo. Comportamiento este que no fue bien recibido por el pueblo co­lombiano, por no haberle reconocido sus méritos y esfuerzo hechos por cris­talizar y llevar a feliz término el proceso de paz; pero si aceptaron arrimarse pa­rasitariamente a otros partidos.

 

Es un hecho de eterna e imperdonable ingratitud que los liberales que han vivi do del partido, ahora sean los que le ha­yan dado una muerte súbita.

No han tenido los congresistas libera­les sentido de pertenencia ni amor por su propio partido, cuando se fueron con el que se creyó el más seguro ganador el 27 de mayo; pero se llevó las más triste sorpresa con una fulminante derrota que le propinó el pueblo colombiano.

 

Aquí tenemos que hacer reminiscen­cia del pasado, que cuando se dio la ex­plosión de la recolección de firmas, para medir fuerzas, todos los candidatos acu­dieron a esta figura.

 

El director de Cambio Radical se ufanó de haber recogido cinco millones de fir­mas, hecho esta que ya lo podía dar como el seguro ganador de la presidencia.

 

Recordemos también que él fue quien se comió todo el gobierno del presiden­te Santos y nunca defendió el proceso de paz. El Presidente Santos le llamó la atención para que se vinculara al proce­so de paz y no lo hizo, pero ahora como candidato si se presentó como abande­rado en defender el proceso de paz.

 

En una de tantas visitas que hizo al Chocó se atrevió a decir que meterle plata al Chocó era inútil porque los cho­coanos todo se lo robaban. No se dio cuenta que la mayoría de los funciona­rios de la administración eran de su par­tido y que daban la vida por él, y hoy quedó en lo más bajo de su vida política, nacional e internacionalmente, aun ha­biendo tenido a su favor todo el aparato estatal.

 

La naturaleza es sabia en sus determi­naciones y a él Colombia y el Chocó te­nían que cobrarle la prepotencia y la re­beldía para con el pueblo.

 

Dios tarda, pero nunca olvida, y los cinco millones de firmas de nada le va­lieron.

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