La hermosa Susa­na Caldas, Se­ñorita Colombia 1983, tiene entre sus recuerdos especia­les un viaje que hizo a Istmina, en cum­plimiento de las múltiples labores sociales que realizó durante su reinado.Su periplo por la geografía chocoana estuvo accidentado y marcado por incidentes curiosos, lo que precisamente suscitó en ella una fascinación por esta tierra y sus gentes.

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Vestida con zapatos de tacones altos, le tocó subirse a una canoa durante una celebración infantil en el río San Juan. Los tacones la hicieron tropezar y por poco se cae al agua, el vestido se le manchó y perdió un zapato. Con deseos de ayudar, una niña de 6 años le quitó los zapatos a su madre que la acompañaba y se los ofreció a la reina. Este humilde gesto de simpatía y soli­daridad la conmovió hasta las lágrimas.

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La programación contemplaba varios recorridos por la ciudad, con música de chirimía incluida. Era tanto el jolgorio y la emoción de las gentes que hasta el chofer que la transportaba se emborrachó y, como na­die más sabía conducir, tuvo que per­noctar en Istmina. Entonces la comunidad le ofreció una casa entera para su hospedaje y le pre­paró una deliciosa cena con productos típicos de la región, algo que no había vivido en ninguna otra parte. Esa noche, el pueblo entero se agolpó alrededor de la residencia para darle una serenata. Muy agradecida con la hospitalidad de los istmineños y, contagiada de su alegría, la reina salió a la calle a cantar y bailar con las gentes.

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Hasta se aprendió la canción Chocoa­nita y el himno de Istmina.