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De coyotes, mercurio, corrupción y otros demonios

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Giovanni Agudelo Mancera

El Chocó se ha convertido en el corredor de coyotes para transportar de manera ilegal migrantes de diferentes na­cionalidades que quieren llegar a Cen­troamérica y luego a USA.

Aún recordamos el reciente naufragio de una embarcación que transportaba migrantes ilega­les, 14 menores de edad, 16 adul­tos y dos mujeres embarazadas. Murieron 19 personas en mar chocoano.

Capurganá es, sin duda, el lugar de descanso y de embarque para esos migrantes que se someten a esa ‘ruta de la muerte’.

Eso como primera medida, co­mo segunda reflexión, un informe de la Defensoría del Pueblo y la Corporación Autónoma Regio­nal, (Codechocó), asegura que el 90 por ciento de las actividades extractivas realizadas en nuestro departamento es ilegal. La natura­leza se destruye y esa devastación no representa progreso.

Adicional a eso, el mercurio, que se manipula para la extrac­ción de oro, es un contaminante que en cualquiera de sus formas es tóxico para el ambiente y los seres vivos. ¡Una vez ingresa al cuerpo no hay manera de elimi­narlo!

Como tercer punto recordemos que, para vergüenza nuestra, tene­mos ex alcaldesas detenidas por corrupción y diputados asesina­dos, al parecer por narcotráfico o por grupos al margen de la ley que tienen sitiado al Chocó.

Todo esto para decir que nues­tra región esta atormentada por lado y lado, además de lo expues­to anteriormente, se le debe su­mar la ola invernal que inunda poblaciones y deja en la miseria, (si es que hay más miseria de la que viven), a centenares de fami­lias en las riberas del río.

Aunque es ‘culpa de la natura­leza’, más responsabilidad tienen nuestros gobernantes locales, re­gionales y nacionales, que no in­vierten en esas zonas para que ha­ya seguridad y progreso.

Como dicen los refranes popu­lares, ¨tras de cotudos con pape­ras¨ o ¨se junta el hambre con las ganas de comer¨, o ¨al caído caele¨, el Chocó parece estar con­denado al olvido, a sufrir sin des­canso, a ser asolado desde dife­rentes frentes y a soportar todos los embates habidos y por haber.

 

Las autoridades deben comba­tir coyotes, minería ilegal y co­rruptos, y los ciudadanos de bien debemos enfrentar y derrotar otros demonios que no nos dejan dormir, como la falta de solidari­dad entre nosotros mismos, la dis­criminación y la falta de memo­ria.

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