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Necesitamos una ley del cine para el Chocó

Giovanni Agudelo Mancera

En una amable reu­nión que tuvimos en Motete el arquitec­to y gestor Douglas Makarios Cújar Caña­das, Johan Miguel As­prilla Gutiérrez, el po­pular San Johan, presi­dente del Consejo De­partamental de Cine­matografía, Harlem Martínez, actor y reali­zador de cine, entre otros oficios, Alex No­ha, manager y gestor, y este servidor, pe­riodista, documentalista y cronista, llega­mos a la conclusión que el Chocó debe crear un gremio que fortalezca a todos aquellos que trabajamos en la realización audiovisual y que debe regular la visita de foráneos que vienen a realizar audiovi­suales en nuestro departamento.

 

No queremos impedir que narren nuestras historias, pero sí deben trabajar por lo menos con el 50 por ciento de chocoanos en la parte técnica o en car­gos importantes.

Debe haber gente de nuestra tierra en la asistencia de dirección, o en la dirección de fotografía, o en la producción de campo, o por qué no, en la dirección general.

La amable discusión se generó a raíz del India Catalina que ganó Néstor Oli­veros con ‘De dónde vengo yo’. Él no es del Chocó, pero con el apoyo de Te­lepacífico y ‘Tostao’ realizó ese proyec­to. Muchos chocoanos no sienten pro­pio ese premio, otros sí.

Más allá de ese debate, respetando to­das las opiniones, estuvimos de acuer­do, en la reunión citada, que cámara que se prenda acá en Chocó, que no sea nuestra, debe cumplir con unos requisi­tos, con el fin de generar empleo para nuestros profesionales de los medios y para generar unos recursos por cuestión de derechos para nuestros talentos.

No se trata de ‘cobrar peajes’ para permitir que se rueden historias en el Chocó, es básicamente que nuestra cul­tura se reivindique de manera decorosa, que lo nuestro tenga un precio, y no solo por dinero, sino visibilizar nuestros poe­tas, escritores, autores, cámaras, soni­distas, productores, realizadores, guio­nistas, libretistas, directores, cantantes, intérpretes, gestores, cultores, entre otros. No puede ser que de afuera lle­guen a realizar y no les cueste, es más, aquellos que son de acá, y que montan empresa, pero trabajan con gente de afuera, también deben pagar.

Otro de lo hablado en esa constructiva conversación en Motete es la necesidad de proteger nuestros propios contenidos y dejar ese cuento de ofrecerlos a los pulpos del interior, ya sean los corres­ponsales o los productores de campo. Sería muy bueno montar una platafor­ma donde se suban nuestros propios contenidos, realizados por nosotros, y quienes los quieran ver o descargar en cualquier parte del mundo, ¡pues que paguen por eso!

Que dejen de ordenar desde Bogotá que sirve del Chocó y que no sirve. ¡Ese centralismo se debe acabar de tajo! No­sotros ponemos las condiciones. Al fin y al cabo, son nuestras historias y punto.

Como no falta quien dirá que yo tam­poco soy de acá, aclaro, soy un entreve­rado, de mamá chocoana, hijo de paisa, nacido en Bogotá, valluno de adopción, pero me considero chocoano hasta los tuétanos.

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