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Impuesto al consumo de licores

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Carlos William Cuesta Valencia

Colom­bia es un país “cantinero” debido a que una de las princi­pales rentas que contri­buyen al acervo ren­tístico de las gobernaciones es el referido al impuesto al consumo de los li­cores destilados, cervezas, vi­nos, alcoholes y derivados, cu­yo aporte es para la aplicación en los gastos de funcionamien­to de los entes territoriales.

Es un contrasentido que los licores que tanto daño cau­san a la salud de los consumi­dores sea al mismo tiempo la renta que impulse el deporte y la recreación.

La gobernación del Chocó celebró un contrato con la in­dustria licorera de Caldas para la producción y distribución del Aguardiente Platino. Los ex­pertos en hacienda pública no entienden el objeto de dicho contrato por el exceso de fun­ciones abrogadas por el gober­nador firmante, dado que se dio íntegramente el monopolio pro­pio del departamento reconoci­do por ley.

Las variables implícitas en el proceso de comercialización del licor, tales como producción y distribución, requieren de contratos diferentes y a diferen­tes agentes. Ana Cecilia Villa, la dama de hierro del Ministerio de Hacienda solicitó hace mu­cho tiempo terminar unilateral­mente dicho contrato por lo gravoso para las rentas departa­mentales.

El impuesto al consumo es una contribución ad-valorem; es decir, a mayores ventajas, más recursos ingresan al erario público.

Lo contrario se enuncia como una evasión para los intereses del departamento.

En cuanto los impuestos que nosotros pagamos al consumir los licores no se vean reflejados en el bienestar de la sociedad, los consumidores tenemos la potestad para declarar una mo­ratoria y no comprar dichos productos.

Y nos preguntamos, los orga­nismos de control y vigilancia, responsables en gran medida de la corrupción que campea en el Chocó, ¿qué se hicieron?

 

Últimamente se viene ha­blando de emprendimiento y fortalecimiento empresarial en el Chocó. Sea esta la oportuni­dad, para celebrar el contrato de producción del licor menciona­do con la empresa del ingeniero Héctor Moya, quien cuenta con la infraestructura necesaria para la producción doméstica y ge­nerar empleo directo.

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