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Muchas investigaciones contra algunos parlamentarios colombianos iniciaron con indagaciones preliminares ante la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia y, después de verificar que existían méritos para vincular formalmente a senadores o representantes, le expedían sus respectivas órdenes de captura para quedar a buen recaudo de esa corporación judicial y así dieran cuenta de los delitos de concierto para delinquir que les imputaban, entre otros.

 

En el Chocó hay antecedentes en tal sentido. No solamente terminaron condenados ciertos dirigentes, tras crear alianzas electorales con los paramilitares, sino que de manera genérica y común ajusticiaron a integrantes de casas políticas como también a familias de descendencia directa que controlan el poder electoral de la región. La siguiente cohorte de investigaciones está anunciada y su presunto sindicado es el Representante Nilton Córdoba Manyoma.

 

Todo por hechos que, al parecer, ocurrieron cuando se desempeñó como alcalde en el municipio de Medio Baudó, y que, luego de resultar elegido como Representante a la Cámara por el Chocó, el fuero sobreviniente le cambió su juez natural, ora en cabeza de la Sala de Casación Penal de la honorable Corte Suprema de Justicia; ora, para gozar de la doble instancia, tras la reforma constitucional para investigar y juzgar a aforados.

 

El pueblo chocoano no ha entendido lo suficientemente bien el retroceso en el que entran al departamento, cuando el cordobismo designa a quienes hacen fila para dirigirlo, y que por sus relaciones oscuras con la criminalidad traiciona a una ciudadanía. Un desprecio nada asimilable por los individuos, pero si una conducta delictual que ha comprobado las autoridades judiciales para impedir la legitimación de procesos electorales basados en constreñimientos.

 

Los chocoanos saben la clase dirigentes que tienen; saben que es mediocre; saben que no se sienten representados con ella; que los decepciona cada vez que no asumen responsablemente un trabajo parlamentario decoroso. Que no denuncia en el Congreso, por ejemplo, los problemas que diariamente agobian a sus gentes. Pero hay algo peor: los políticos se hacen elegir para ejercer la vulgar intermediación ante el gobierno en la lógica burocrática para sus camarillas.

 

La sociedad chocoana se ha cualificado en una relativa proporción. No en vano la presencia y el papel que juega la Universidad Tecnológica del Chocó ha sido determinante para los retos insoslayable y de transformaciones que desea el pueblo. Sin embargo, los profesionales y los jóvenes educados no quieren desplegar una ambiciosa campaña que conduzca a una emancipación para vivir dentro de una sociedad igualitaria y participativa, eligiendo bien.

 

Ninguna tregua cabe darle a quien se ampara en el principio de inocencia. Con Nilton los riesgos están latentes. La repugnancia que el pueblo chocoano ha expresado contra su dirigencia, ha sido por un efecto secundario de las condenas que los jueces de la república le han impuesto a los políticos. Y, sin faltarnos inteligencia renovamos el conformismo. El caprichoso rumbo por el que conducimos al Chocó nos lo desorienta las ambiciones personales.

 

¡Voto en blanco!

¡Terquedad!

Javier Alvarez Viñuela
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