Temores por el manejo de la educación
del Chocó, ¿vuelve el caos?
Ha causado natural revuelo e incertidumbre la decisión del Ministerio de Educación Nacional de devolver a la Gobernación del Chocó el manejo de la Secretaría de ese importante sector, intervenida desde mediados de 2009 por el gobierno del entonces presidente Álvaro Uribe Vélez.
La determinación, aunque se veía venir, ha provocado rechazo entre las personas dependientes de la cartera educativa y en la misma sociedad civil, sobre todo porque subsisten los problemas que dieron motivo a la intervención y nadie cree que la gobernación esté preparada para resolverlos.
Desde el principio hasta el final el proceso de arbitraje ministerial causó polémica. La intervención fue anunciada en su momento como temporal y concertada, pero se desbordó en sus propósitos iniciales y resultó ser otra burla para el departamento.
De los tres años que supuestamente duraría se extendió a más de ocho, cinco de los cuales estuvo a cargo de personal valluno, restando espacio a profesionales locales. Durante todo ese tiempo el gobierno central se excusó de entregar la educación al departamento porque según su parecer, y sin adentrarse en detalles, éste no tenía “la capacidad para asumir la competencia”.
Fuera de toda especulación, la situación de la educación del Chocó hoy no es muy distinta a la de 2009. Pese a los esfuerzos de la administración temporal y la vigilancia del sindicato del sector, siguen sin resolverse los inconvenientes que se supone la intervención corregiría: pasivo abultado e incierto, baja calidad académica y desequilibrios en la planta de docentes.
En consecuencia, aun desde varias comunidades se reporta la falta de profesores y en muchos casos quienes ejercen la docencia lo hacen en un perfil diferente al de su formación disciplinar.
Esto implica que profesionales en ciencias naturales se ven obligados a trabajar en educación física y matemáticos preparan clases de historia o geografía, por solo citar dos ejemplos de las irregularidades en la cobertura magisterial.
La otra tarea que queda pendiente tiene que ver con la calidad académica. Sacar al Chocó de los últimos lugares en las pruebas del Estado ha sido misión imposible para las autoridades educativas del departamento en esta etapa de tutelaje.
Aunque el diseño de estrategias propias de apoyo curricular como Río Arriba y Champalanca Pedagógica han posibilitado tímidos avances en las metas de mejoramiento anual y algunas individualidades se destacan en el programa Ser Pilo Paga, seguimos siendo coleros en el espectro educativo nacional.
Podrían tener algo de razón, entonces, quienes han salido a reprochar al gobierno departamental por asumir a las volandas y de forma improvisada el manejo de una cartera tan delicada como la educativa.
Ante todo sin dar cumplimiento a los dos requisitos que se impusieron como condición para su entrega: cuantificar plenamente el pasivo acumulado e identificar las fuentes que conlleven a su depuración.
Sobre el presupuesto de educación penden, como espada de Damocles, varias sentencias judiciales que podrían hacerse efectivas en un futuro próximo, y esto es lo que más preocupa a los trabajadores del área educativa.
Otro detalle motivador de suspicacia es que la medida se toma en una coyuntura política agitada, cuando los barones electorales criollos se disputan sectores generadores de empleo como el magisterio.
La coincidencia de la etapa preelectoral con el inicio del año escolar, necesariamente lleva a pensar en el trueque de votos por traslados o nombramientos y retrotrae los oscuros tiempos en que los maestros, forzados por las circunstancias, obedecían más a los capitanes políticos que a los directivos docentes.