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Con la entrega de armas de las Farc y su desmovilización se cierra un ciclo de violencia de 50 años, con unos costos y secuelas que demoraran mucho en cicatrizar.


El logro del gobierno Santos se aprecia más a nivel internacional que en su mismo país, debido a los inmensos rencores y a que en ese medio siglo el país se volvió más urbano que rural.


Muchos no sufrieron la guerra, como el campesinado que padeció horrores, miles de muertos, mutilados y siete millones de desplazados.
La desmovilización de las Farc, eufemísticamente llamada proceso de paz, no ha cambiado la matriz de riesgo país debido a que en las tradicionales zonas de violencia se mantiene el narcotráfico, motor de nuestra economía, el cual ha permitido que la “guerra contra las drogas”, contra su cultivo y comercialización, sean una actividad fuerte en el entorno económico, generando inmensos gastos, ingresos y empleo, como la petroquímica, el café, etc.


Nada desarrolla más una economía que la guerra, axioma en el cual los EE.UU. son expertos, que desarrollan su economía a punta de conflictos, de su aparato militar alrededor del planeta, de guerras en el Medio Oriente y ahora en Corea del Norte.


Nosotros, sin proponérnoslo, hemos tenido una actividad económica fuerte con el narcotráfico, y unos conflictos alimentados con ese flagelo con costos sociales muy grandes.


Sin el soporte del narcotráfico la guerrilla no hubiera durado y hace rato el Estado los había sometido.
Un elemento poderoso como el negocio de la drogas ha generado ingresos altos, sostenido la economía con tasas positivas de crecimiento pero nos ha castigado en lo social, en lo ético y en vidas humanas.


El narcotráfico también es destructor del tejido social porque genera costumbres, estilos, modas y modos de ser en el alter ego y en el inconsciente colectivo que han trastocado los valores que nos rigen como sociedad y como nación.


En el Choco hemos visto la manera como el narcotráfico ha permeado a la clase política local, muchos de los cuales se han visto envueltos en líos con la justicia y han resultado condenados inclusive por ello.


Figuras negativas como Pablo Escobar han marcado nuestra sociedad y le han generado valores inesperados e inequívocos a la misma.
La cultura del todo vale ha sido un ingrediente más en la expansión de la corrupción, la cual es el verdadero origen de todos nuestros males que se encuentra inmersa en toda nuestra cultura, razón por la cual es tan difícil de erradicar.


Ese estilo mafioso de hacer las cosas, de buscar el camino más corto sin miramientos, es el reflejo fiel de un problema social y de una cultura que necesita reevaluarse desde sus cimientos para generar los cambios que el país necesita para acelerar su desarrollo y disminuir la brecha social que crece cada día mas.


Al dejar de ser la guerrilla la protagonista de todos nuestros males, empezamos a ver que el narcotráfico y la corrupción son los males que han destruido al país y los que han impedido que surja una Colombia más justa y próspera.

Narcotráfico y corrupción

Reinaldo Moreno M.
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