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El incentivo a estudiantes Pilos del Chocó

Los resultados de las pruebas Saber aplicadas a los estudiantes del grado once este año dejan un parte de satisfacción a las autoridades académicas del Chocó, por el buen desempeño alcanzado en la medición individual de competencias. Esta vez, distinto a lo ocurrido en 2015 y 2016, los colegios del departamento lograron ubicar un número considerable de estudiantes de último año como beneficiarios del programa gubernamental denominado Ser Pilo Paga, que otorga créditos condonables a jóvenes que alcanzan determinados puntajes al terminar su bachillerato y que, además, presenten baja puntuación en los registros del Sisben.

 

Desde el inicio de este programa de incentivos el Chocó había cosechado muy poco espacio en los guarismos que mostraban el número de beneficiarios. Norte de Santander, Antioquia y otros departamentos alcanzaban los mejores porcentajes.

 

El año pasado la Secretaría de Educación del Chocó logró ubicar sólo tres bachilleres entre los pilos del país, mientras que ahora fueron 38 los referenciados. La Normal Superior San Pío X de Istmina obtuvo diez cupos, uno más que la Normal Nuestra Señora de las Mercedes, su rival académico. En El Carmen de Atrato el colegio Corazón de María logró seis créditos y el Marco Fidel Suárez, cinco. El Scipión de Condoto, tres; la Institución Educativa de San José del Palmar y la Normal Demetrio Salazar Castillo de Tadó, quedaron con dos y el Luis López de Mesa, de Bahía Solano, con uno.

 

En el caso de Quibdó, que tiene la educación certificada y se mide con estándares diferentes, también se notó la mejoría. En los colegios de la capital el año pasado 20 estudiantes alcanzaron la distinción, esta vez fueron 36. Las niñas del IEFEMP superaron a todos con 17 cupos y el Carrasquilla obtuvo 14.

 

Resulta casi heroico alcanzar alguna figuración que nos equipare a los estándares nacionales cuando el acto educativo se desarrolla en precaria infraestructura física, con pocos recursos didácticos y tecnológicos y moviéndose en las pobres condiciones de estudio que soportan los niños y adolescentes chocoanos. Hay que decirlo con claridad, el horizonte que se abre ante la juventud chocoana no es nada esperanzador. A los muchachos los afecta, con más severidad que a los adultos, fenómenos como los bajos ingresos de las familias, la desigualdad social y la violencia doméstica. Esto los hace proclives a los vicios, puesto que se convierten en blanco de la oferta de drogas, el alcohol y el exhibicionismo pornográfico.

 

En todo el país, desde muy temprana edad los jóvenes se enfrentan a entornos perniciosos que los distraen de los ambientes académicos convenientes para su etapa de desarrollo. De allí que la escuela hoy se haya convertido en un cuadrilátero donde el docente combate a la vez la ignorancia y el desafuero social. En el Chocó no hemos sido ajenos a esta problemática, con el agravante del desplazamiento forzado que desacomodó los planes y programas educativos. Los índices de deserción escolar son alarmantes y tanto en las zonas rurales como en las urbanas el embarazo precoz crece anualmente en forma exponencial.

 

Por eso consideramos importante que 74 bachilleres del Chocó sean reconocidos hoy entre los más aplicados de Colombia y tengan la posibilidad de acceder a la educación superior amparados en estos incentivos. Una cosa sí debe quedar clara: los beneficiarios del programa Ser Pilo paga lo que reciben es un crédito, que aunque condonable y a largo plazo, se convierte en una obligación financiera tácita para el futuro profesional. No son becas, como suele decir el presidente Santos para esconder que este programa, a pesar de lo bien intencionado, disminuye el presupuesto destinado a las universidades públicas para trasladarlo a las privadas.

Editorial

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