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El Chocó de Ayer

De la edición 3027 del periódico ABC (Julio 13 de 1935)

Crónicas sobre Acandí, Por Julio Abril (VIII)

Con la presente, queda finalizada la serie de crónicas escritas sobre el muni­cipio de Acandí, pidiendo excusas a los habitantes de este pueblo si acaso he­mos interpretado mal algún pensamiento, ya que ello es demasiado humano. Sólo mi buena voluntad y el deseo al hablar algo sobre él nos ha impulsado pa­ra que no se tengan en cuenta las deficiencias –si acaso las hay– en los infor­mes.

Antes de concluir, tenemos que dar un vistazo a Unguía y Tanela, pueblecitos que florecen con entusiasmo tomando como base la agricultura. En Unguía existen dos hombres que resaltan como elementos de progreso. Con sus luces y con sus haberes han intensificado el desarrollo del primer corregimiento de ese municipio, hasta lograr una ininterrumpida afluencia de gentes, que des­pués de terminada la zafra en el ingenio azucarero de Sautatá, corren a ese lu­gar a laborar la tierra y a hacer nuevas construcciones. Son los amigos don Rafael Hoyos Gómez y don José A. Morante, quienes han hecho de Unguía, lo mismo que Nelson Sánchez en Tanela, sitios de admiración y de buenas cos­tumbres.

Hombres de esta talla son los que necesitan los pueblos para su desenvolvi­miento y no rémoras que solo sirven para impedir que se haga por los que tie­nen buena voluntad.

El señor Hoyos Gómez sostuvo con el cronista una larga conversación de la cual ha extraído para sus comentarios sus partes interesantes. De tan buenos amigos, conservamos gratos recuerdos.

Volvimos a Acandí para agradecer a don Nicolás Castro A., como Alcalde y a don José F. Zapatero como colector de Hacienda Intendencial en ese enton­ces, la inmediata cooperación a fin de que las movilizaciones de la comisión de cedulación no tuvieran tropiezos ni demoras, pues solo por este medio se cedu­laron quinientos cincuenta y dos ciudadanos.

Del organismo distrital, es decir, de las oficinas dependientes del pago muni­cipal, nos abstenemos de hablar porque inspiran lástima y desconfianza. La en­tidad edilicia se encuentra regida por un personal preparado y de lo mejor que tiene el pueblo, teniendo que deplorar la falta de armonía entre ella y la alcal­día. El funcionamiento de las escuelas es de celebrarse, porque en la actualidad están bajo la custodia de preceptores hábiles y de larga práctica.

Veamos ahora nuestro regreso a Quibdó.

Indudablemente, entre las barcos que hacen la navegación entre Cartagena y Quibdó no existe una lancha de peores condiciones que el ‘San Pedro’. La pé­sima alimentación se hace todos los días de esta vida, a tarde y a mañana, a ba­se de carne de res salada, y esto es así, porque al señor capitán dizque le agrada mucho.

El pobre viajero tiene que quedar con hambre o exponerse a contraer una en­fermedad comiendo rigurosamente tan invariable como funesta comida.

La asistencia en la mesa se agrega a esta irregularidad, porque el sirviente vi­ve pendiente de lo que puedan comerse los pasajeros, a quienes sorprende con la advertencia de que faltan otros. Por la noche el viento y las lluvias, y por el día el sol y el hambre, son los compañeros inseparables del viajero. El regla­mento sobre navegación, que como acostumbran otros vapores, para que el pú­blico conozca en que condiciones y con que garantías viaja, no se observa por parte alguna.

Por lo tanto, y como esto implica un motivo de queja, ya que si la lancha no está acondicionada para pasajeros no deben permitirse, ponemos el hecho en conocimiento de la intendencia, para que en contacto con los administradores de la empresa de navegación fluvial del Atrato, se corrija la anomalía y se vele por la salud de los asociados que forzosamente tienen que viajar en el ‘San Pedro’, privándonos de comentar cosas más íntimas porque nos da repugnan­cia y asco. En cambio, en la lancha ‘Simón Bolívar’ más o menos de la misma capacidad, hay mejor atención y mayor esmero en el servicio y preparación de alimentos.

Basta pues de Acandí que ya estamos en Quibdó.

Importante proposición

Proposición No. 45

Quibdó, 8 de julio de 1935

Suspéndase lo que se discute mientras se considera lo siguiente: La Cámara de Comercio de Quibdó, informada de la presencia en esta ciudad de una comi­sión de ingenieros que viene a estudiar y construir la carretera entre esta ciudad y la de Bolívar (departamento de Antioquia), saluda muy atentamente a los se­ñores ingenieros que la integran, y, en representación del pueblo chocoano por cuyos intereses vigila, eleva su voz de aplauso al excelentísimo Presidente de la República, doctor Alfonso López, y a su dignísimo Ministro de Obras Públi­cas, por la manera patriótica y decidida como están demostrando el interés que les merece el Chocó, que ahora si confía en la efectividad de su anhelo legíti­mo, pero que nunca atendido antes, de verso comunicado con el resto de la pa­tria colombiana.

Al mismo tiempo, y con todo respeto, la Cámara de Comercio de Quibdó, in­terpretando la opinión del pueblo y movida por consideraciones que rezan con la conveniencia de ocupar a los numerosos hombres de trabajo que hoy carecen de ese honesto medio de subvenir a las necesidades de ellos y sus familias se permite sugerir la iniciación de las obras de construcción, simultáneamente, desde ambos extremos de la vía, si a ello no se oponen las exigencias de la téc­nica, Comuníquese.

Manuel Barcha V.

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