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El Chocó de Ayer

De la edición 3026 del periódico ABC (Julio 11 de 1935)
El Chocó y sus principales ríos navegables (De El Tiempo)
No conocemos los planes que tenga para el futuro la dirección general de navegación del Ministerio de Obras Públicas con respecto a los ríos Atrato y San Juan en la Intendencia del Chocó. Sin embargo, abrigamos la esperanza de que muy pronto se desplazará la atención del gobierno hacia estas dos olvidadas y casi desconocidas vías fluviales de la zona interoceánica más privilegiada del mundo.


Sin temor de equivocarnos, podemos asegurar que el Atrato es tal vez, entre todos los ríos caudalosos del país, el que reúne mejores condiciones de navegabilidad, y el que por su especial situación geográfica con respecto a la parte más valiosa de nuestro litoral Pacífico y a la frontera con Panamá, tiene mayor valor militar. Este gran río recorre en casi toda su longitud la extensa provincia del Atrato, y sin duda alguna, es la única vía de penetración segura y cómoda al Chocó. El San Juan aún cuando es de inferiores condiciones de navegabilidad que aquél, abastece la provincia de su nombre y comunica esta zona del Chocó con parte del occidente colombiano. Pero, obstruídas las bocas de estos dos ríos a causa del mucho limo que se acumula en ellas de una manera constante, ¿qué será de los cien mil colombianos que moran en esa riquísima comarca?


Las bocas del Atrato durante la baja marea no tienen una profundidad mayor de 50 a 70 centímetros, pues la enorme cantidad de fango y arena que este inmenso camino acuático almacena en su delta, por su poca velocidad, ha venido a construir una barra que hace que los barcos de quilla y de sólo nueve pies de calado que navegan entre Cartagena y Quibdó, tengan que permanecer demorados por varias horas en dicho lugar hasta tanto suba la marea para poder entrar al río. Fuera de este grave obstáculo, durante la época que en el Chocó se llama de verano (diciembre, enero y febrero), a pocos kilómetros debajo de Quibdó algunas playas y palizadas casi alcanzan a cerrar el canal navegable, haciendo la navegación de este solo sector del río, bastante precaria y peligrosa.


El San Juan presenta igualmente obstáculos semejantes a los de su hermano el Atrato, los cuales ocasionan también pérdidas de tiempo a los pequeños barcos que hacen el recorrido entre Buenaventura y Bebedó (río San Juan).


No creemos que existan razones poderosas para que estos dos ríos tengan que permanecer eternamente abandonados a los caprichos de las fuerzas de la naturaleza, mientras que otros con problemas de hidráulica más difíciles de resolver y con mayor demanda de dinero para su regularización y canalización, si gocen de los beneficios de la técnica, de las visitas de los distinguidos ingenieros del gobierno que van a misiones de estudio, y de las dragas oficiales que muchas veces permanecen inactivas en los puertos.


Sabemos que el Sinú, por ejemplo, es atendido muy merecidamente por la entidad correspondiente del Ministerio de Obras Públicas, y si no estamos equivocados, en muchas oportunidades se han enviado ingenieros y dragas para su mejora, en tanto que al Atrato, que está cerca de este río y del puerto de Cartagena, ni siquiera en pensamiento se ha deseado hacer beneficio semejante. ¿Por qué motivo?. El comercio del Chocó paga los impuestos fluviales que entendemos la nación cobra para la conservación y arreglo de sus ríos y de la misma manera que el tributario en este renglón, y tiene aspiraciones y deseos de progresar por ser parte integrante de Colombia, así mismo tiene el sagrado derecho de exigir apoyo de las esferas oficiales. Afortunadamente el doctor Alfonso López en su reciente viaje a dichas tierras, se dio cuenta real de lo que es el Atrato para el Chocó desde el punto de vista comercial; él ha hecho promesas de atender con más prontitud a los reclamos que vengan de las intendencias y comisarías, por razones de justicia y elevado patriotismo, y por los vientos que soplan, todo parece indicar que otra será la suerte de la región chocoana.


Mucho sabríamos agradecer los chocoanos al Ministro de Obras Públicas y al competente director de navegación y puertos, nos digan la buena nueva de que pronto se les prestará el debido cuidado a los ríos Atrato y San Juan, para extirpar el temor de que, de un momento para otro, los hijos de aquella comarca se queden completamente aislados y embotellados.


Los ríos de que hemos hablado antes, no requieren sino trabajos de succión en sus bocas, y el arreglo de uno que otro paso malo en sus cauce. Como vemos, allá siempre hay algo qué hacer en estas materias.
Luis F. Valencia Lozano (L.C.) Bogotá, junio de 1935.


De la edición 3027 del periódico ABC (Julio 13 de 1935)
El éxito de las labores parlamentarias
Las labores de las asambleas departamentales reunidas el primero de junio pasado, y que han prorrogado sus sesiones, constituyen como lo comenta El Tiempo un augurio de éxito por parte del congreso que se instalará el veinte de los corrientes.
El conservatismo ha llegado al convencimiento de que su táctica abstencionista no dio los resultados perseguidos. En primer lugar, las disidencias políticas carecieron de importancia, y alguna de ellas, con la sola excepción de la encabezada por el doctor Diego Luis Córdoba, tendía a restar fuerzas al liberalismo, sino a satisfacer aspiraciones regionales, en unos casos, o simplemente personales, como en el Cauca y Bolívar. Por fortuna, el liberalismo dio la victoria a las listas oficiales, y los pocos puestos alcanzados por los disidentes no alteran para nada la fuerza del partido en el parlamento, porque habrán de marchar unidos todos, con la excepción ya dicha del representante socialista.

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