CURIOSIDADES DEL CHOCÓ
El “fantasma” que hizo correr a Jairo Varela
Francisco Moreno Mosquera
Había dos cosas que el extinto Jairo Varela odiaba como director de orquesta: primero, la impuntualidad y, segundo, que sus músicos bebieran mien-tras vestían el uniforme de la agrupación.
Además había algo a lo que le tenía pavor: los muertos. En cierta ocasión, estando de gira por los Estados Unidos, le tocó salir de un espectáculo en la ciudad de New Jersey a eso de las 2 de la mañana. Lo hizo acompañado del pianista barranquillero Alvaro Cabarcas (“Pelusa”), a quien lo unía no sólo la relación de trabajo sino una sincera amistad.
Como quiera que Jairo era desordenado con los horarios de comida, desayunaba, almorzaba o cenaba a cualquier hora, a veces tuvieron polémicas porque -según recuerda “Pelusa”- lo ponía a aguantar hambre creyendo que a él le daba igual. Aconteció que esa noche les tocó caminar por un cementerio en donde, por tratarse de época de otoño, hacía bastante frío; además el lugar estaba lleno de luces y de sombras que le daban un aspecto tétrico.
En la puerta del cementerio se encontraba un hombre de gran estatura, delgado y vestido con gabardina y sombrero.
Entonces Jairo le pregunta a su amigo: “Oye Pelu, ¿a ese tipo no le dará miedo estar allí con tantos muertos?”. Pelusa, como sabía de su temor a los muertos, para desquitarse por el hambre que le había hecho pasar ese día, decidió jugarle una broma y le dijo: “¿Cuál tipo, Jairo? Yo no veo a nadie ahí”. Jairo miró a Pelusa con ojos desorbitados y salió corriendo, disparado como un rayo.
El Pelusa dice que “después nos reímos de la vaina”. Mucho tiempo después, al recordar esta anécdota, Jairo le habría dicho “Ese día casi me matás, hermano!”.