El mundo del ruido
Luis Alberto Trujillo Vásquez
Se define por ruido aquel sonido estridente que molesta los sentidos y cuando es prolongado afecta el sistema nervioso.
Amigo lector, ¿le extraña este titular? Pues atérrese porque en Colombia el Chocó ocupa uno de los primeros lugares en la producción de ruido.
Cuando nuestra energía era por sectores y por días, se decía que el Chocó no despegaba al futuro por la falta de este elemento. Ya hace mucho que tenemos luz permanente y solo nos ha servido para producir ruido. Este ruido no es producido por máquinas que generan trabajo y progreso. De esto no sabemos ni nos interesa.
La música como una de las nobles expresiones del ser humano, cuando sobrepasa el nivel de decibeles aceptables, se convierte en ruido. Esto es lo que producimos a diestra y siniestra, sin el menor respeto por el vecindario y sin que ninguna autoridad se ocupe de hacer respetar las normas generadas por el MinAmbiente.
Entre los mayores productores de ruido figuran cafeterías, cantinas, almacenes, algunas casas de familia y más de un vehículo adaptado para producir ruido y que transita día y noche por nuestras calles, sin que autoridad ninguna ponga las cosas en su lugar. El exceso de ruido embota los sentidos y hace difícil el pensar y discernir adecuadamente los elementos que en algún momento puedan producir bienestar y futuro.
Todo productor de ruido procura opacar con el suyo el de los alrededores y se cree con derecho de someter a su vecindario a semejante martirio. Y la entidad encargada de velar por este asunto recibe por orden municipal una buena suma de dinero de quienes pagamos impuestos, disque para implementar planes para cumplir con su misión encomendada, pero de esto nada.
Y a diario nos extrañamos de que cada vez es mayor la descomposición de nuestro terruño y que vamos inexorablemente a un final doloroso y triste.
¿Cómo será esto posible en manos de entidades que no cumplen en lo más mínimo las razones por las cuales fueron creadas? Como productores de ruido tenemos un lugar muy difícil de alcanzar pues en el resto del país se cumplen las normas de oficio y aquí ni haciendo los denuncios del caso.
Somos un mundo aparte donde ni las normas más elementales de convivencia sana se cumplen y la ciudadanía está en manos de unas entidades inertes y de unos abusadores sin el menor reato.