El Chocó de Ayer
De la edición 3079 del periódico ABC (octubre 28 de 1935)
Notas locales. Se vende, en magnificas condiciones, la casa de propiedad de Abraham Perea (antigua del señor Miguel Moya), en calle Pandeyuca. Toda de madera y techo de tejas; magníficas habitaciones, jardín, etc.
De ocasión. Por motivo de viaje se venden a precios de ocasión muebles de sala, de comedor y de alcoba, finos y nuevos. Entenderse con la señor viuda de Bustamante Mesa.
Venta de ocasión. Ofrezco en venta la mitad de la casa de propiedad de don Sergio Villa (qepd) que me corresponde como heredero legítimo reconocido por sentencia del Juzgado 2o del Circuito. Precio: $5.000 O.L. Condiciones: $2.000 de contado, saldo en 18 mensualidades. Oigo propuestas escritas y selladas, hasta el 15 de noviembre a las 12 m. Se aceptará la que acuerde como superior las condiciones estipuladas, Propuestas deben dirigirse al doctor Jorge Valencia Lozano, de esta ciudad, mi apoderado. Gastos de escritura por cuenta del comprador. Sergio Villa Valencia.
De la edición 3080 del periódico ABC (noviembre 19 de 1935)
Hablemos ya
Tranquila, triste y desconcertadamente, en una actitud de observación, hemos visto correr en el escenario del Chocó los últimos acontecimientos políticos que, con inusitada rapidez, han convertido a esta región, tan apacible antes, en un verdadero caos de desesperación donde se debaten, como en un infierno dantesco, todas las pasiones, todos los vicios y todas las infamias.
No ha mucho tiempo veíamos arribar a nuestras orilla del Atrato al doctor Adán Arriaga Andrade, exponente claro de nuestra juventud chocoana, quien pleno de optimismo, veía a empuñar entres sus manos limpias y fuertes la dirección de nuestros destinos, en un impetuoso arranque chocoanista. Veía como este pueblo nuestro, consciente aún, lo recibía alborozado y lo esperaba amable entres sus brazos, lleno de confianza en él y en la obra que iba a iniciar.
Comienza Arriaga Andrade su gobierno, llama a colaborar en su grandiosa obra de progreso a mentalidades jóvenes y pulcras, desligadas por completo de círculos y camarillas rurales, pero en cuyas almas ardían como hierros candentes los anhelos supremos de servir a la tierra.
Poco a poco vemos como comienza a desenvolverse una labor progresista en toda la región, vemos como los machetes violadores van abriendo heridas incurables entre nuestras selvas bravas, por donde se descongestionará, como por sangrías bienhechoras, toda la fecundidad de nuestro suelo. Oímos como nuestros obreros con el pico, la pala y el palustre entre sus manos fuertes entonan un himno de vida y esperanza al trabajo redentor, Hasta el momento todo es armonía, todo el mundo trabaja, todos están empeñados en una única labor: servir al Chocó.
Mas de pronto he aquí que, distrayendo la laboriosidad de todos, surgen como pájaros malditos los odios políticos, encarnados por aspiraciones personales desmedidas que no encontraron fácil acogida entre individuos de acrisolada honorabilidad, quienes veían en ciertos elementos corrompidos a enemigos públicos ya descalificados por este mismo pueblo en épocas pretéritas. Surge el pasquín infame y ruin.
Hombres de reconocida amoralidad se escudan cobardemente detrás de campesinos ignorantes que, con una irresponsbilidad de imbéciles, se prestan de mampara a estos tristes hombres, incapaces de una actitud franca y leal. Aparecen por los charlatanes,, mercaderes de ideas, que con sofismas y palabras altisonantes, que nada contienen, lanzan al pobre pueblo a luchas estériles e injustificadas con el solo objeto de consolidar posiciones personales. Respetables señores que por la seriedad, el aplomo y la imparcialidad que debieron darles la experiencia de sus años, debían ser hoy espejo de virtudes y servir de ejemplo para las juventudes chocoanas, convirtiéndose en positivos mentores de nuestra nueva intelectualidad, se muestran como despreciables rufianes, en quienes la maldad, en quienes la maldad y la corrupción han incubado toda clase de concupiscencias. Y estos pobres harapos humanos son los que vienen ahora a querer convertirse en apóstoles del pueblo; de este pueblo chocoano tan altivo y rebelde. Mentirosos, falsos apóstoles que solo buscan, con palabras preñadas de un sentimentalismo vano una popularidad que no merecen y la plena satisfacción de sus bolsillos. A estos sí, a estos sátrapas indignos es a quienes debemos sepultar definitivamente bajo la losa del desprecio.
Pero hoy ya no está ante el gobierno de la intendencia el doctor Arriaga Andrade, tuvo que irse. La ingratitud, la deslealtad, la cobardía le llenaron el pecho de tristeza. Ahora surge el doctor Yacup como una promesa de bonanza. Un viejo y bravo luchador del liberalismo. Nosotros estamos seguros que el doctor Yacup será un lujoso continuador de la obra tan patrióticamente iniciada por Arriaga Andrade. Vamos a ver si esos vampiros humanos que se esconden arteramente entre las sombras dejan desarrollar al doctor Yacup la obra que tan animosamente viene dispuesto a desarrollaren nuestro beneficio. Si no, solo les pedimos que en un brote viril, se arranquen la careta con que siempre han tratado de esconder las lacras morales que los afean y se muestren tales como son.
Para terminar, quiero hacer un llamado a todos los hombres probos del Chocó, a todos los hombres honrables, a todos los hombres de trabajo, sin distinción de razas, ni de clases, para que formemos una conciencia chocoanista dispuesta a respaldar al intendente Sofonías Yacup, cerrándole el paso a toda intriga y a toda intervención que venga a obstaculizar la buena marcha del gobierno. Armando Orozco Echeverry