top of page

El imperio de los antivalores

Francisco Antonio Perea Velásquez

Aunque en el departamento del Chocó siempre ha imperado un sistema de antivalores en la administración pública, con el advenimiento de la elección popular de mandatarios regionales y locales y la autonomía de otros entes descentralizados, estos han cobrado especial protagonismo.


Lo anterior se refleja en circunstancias especiales:
Primera es la expansión de la ilegalidad en la vida pública que ha afectado todos los sectores sociales y al mismo tiempo a extensas capas de la población ligadas al mundo de la política por tupidas relaciones clientelares e implicadas de distintas maneras, por connivencia o incluso por resignación en el tema de la corrupción.


Así, tras la fachada de la democracia se ha desarrollado un infraestado clandestino con sus propias características y en contradicción con todos los principios democráticos: desde el de la legalidad al de publicidad y transparencia; del de representatividad al de responsabilidad política y control popular del funcionamiento del poder.


La segunda circunstancia especial consiste en prácticas protuberantemente nocivas para la sociedad, tales como el nombramiento de funcionarios ineficientes e ineptos; la tramitología en exceso, las decisiones inequitativas, la implementación de privilegios al interior de la administración, la mora administrativa, el estímulo del chisme, la intriga y el ditirambo, el despilfarro del tesoro público y la coima consuetudinaria.


Como si lo expresado fuera poco, concurre en este panorama tan nefasto la actitud de funcionarios de cargos reelegibles que utilizan todos los mecanismos legales y extralegales que estén a su alcance, anteponiendo sus intereses al de la comunidad, con el fin de perpetuarse en el poder.


Lo peor de todo lo constituye el hecho de que, al parecer, no existen mecanismos eficaces que frenen este caos, por cuanto sus protagonistas escapan al control de las autoridades y de la sociedad, por tratarse de actividades furtivas, en las cuales muchas veces no se dejan huellas, ya por la naturaleza de las mismas o por la pericia de los actores, adquirida lógicamente en la experiencia diaria de esos quehaceres.


Otro ingrediente negativo de esta situación es la actitud pasiva y contemplativa que asume la ciudadanía ante este estado de cosas, muchas veces por ignorancia y otras por temor a las represalias, o simplemente engañados por aquellos que se presentan a la historia bajo el histriónico traje de bienhechores, a quienes el pueblo extraviado les rinde tributo, sin saber que se acercan en forma sigilosa, con paso lento pero seguro a la destrucción de toda una generación que será lamentada por mucho tiempo.

bottom of page