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Editorial

Los retos del nuevo rector de la UTCH

Después de una intensa batalla de intereses por el ma­nejo de la Universidad Tecnológica del Chocó, final­mente fue escogido el ingeniero David Emilio Mos­quera Valencia para ocupar la rectoría y cortar el extenso ci­clo que regentó Eduardo García Vega. La designación de Mosquera Valencia fue toda una sorpresa, pues en los cafeti­nes y mentideros de Quibdó, donde suelen quitar y poner funcionarios de la nómina oficial adelantándose a los desig­nios del nominador, adjudicar anticipadamente contratos o predecir el nombre de los ungidos con el voto popular en las contiendas electorales, sonaba con altos decibeles el nombre de Teófilo Cuesta Borja, quien sal­dría de Codechocó para asumir la rectoría del Alma Mater de la educa­ción chocoana.

El nuevo rector del principal cen­tro de educación superior en el de­partamento tiene frente a sí un reto histórico de colosales proporciones, considerando las profundas defi­ciencias de tipo académico, científi­co, administrativo, económico y de credibilidad que muestra el claustro.

De modo que el cumplimiento de las metas misionales sólo se logrará con el concurso de todos los chocoa­nos.

La UTCH, como el resto de las universidades públicas del país, ha venido experimentado un proceso de languideci­miento paulatino debido a las limitaciones financieras im­puestas por los últimos gobiernos.

Adicional a la insuficiencia en la subvención estatal, los representantes de los estamentos universitarios han denun­ciado que el programa gubernamental Ser Pilo Paga es uno de los factores agravantes de esta crisis presupuestal, pues con el ánimo de financiar la demanda en las universidades privadas se termina desprotegiendo a las públicas.

Esto obliga a los entes universitarios a incrementar el valor de las matrículas y otros servicios académicos para cubrir el déficit provocado por la desfinanciación, con lo que se acre­cienta la deserción estudiantil y se restringe el ingreso de nuevos estudiantes.

Eduardo García se ocupó de ensanchar la UTCH, que hoy cuenta con más de diez mil estudiantes, 30 docentes con maestría y 20 doctores. Extendió además su radio de acción a las regiones Pacífica y San Juan.

Sin embargo en calidad académica aparece entre las más atrasadas del país, de acuerdo a los resultados de sus estu­diantes en pruebas Ecaes. Peor aún, ninguno de los progra­mas académicos ofertados tiene certificación de alta calidad.

De otra parte, la poca correspon­dencia de los programas con las po­tencialidades del contexto es nota­ble.

La más reciente medición desarro­llada por la firma de consultoría aca­démica Sapiens Research, basada en indicadores de investigación, revela que nuestra universidad bandera pre­senta grandes vacíos en la produc­ción de investigaciones, promoción de grupos de investigadores, publi­caciones en revistas indexadas y ofertas de posgrado.

Eso indica que tampoco se está aprovechando el alto potencial cien­tífico de la región. Esta inconsistencia, unida al bajonazo de imagen por el escándalo de títulos falsos, perjudica a sus egresados en casos de aspiración laboral y desestimula el in­greso de nuevos estudiantes.

Mosquera Valencia deberá tomar medidas para que la UTCH no sea simplemente un expendio de títulos académi­cos, carentes de pertinencia con el perfil y las ventajas com­parativas de la región.

Se necesita promover el pensamiento crítico e impulsar proyectos científicos enmarcados en la exuberancia de nues­tra biodiversidad, para convertir a la ‘Diego Luis Córdoba’ en la propulsora del desarrollo del Chocó.

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