El Chocó de Ayer
De la edición 3040 del periódico ABC (Agosto 8 de 1935)
El doctor Córdoba sostiene que el no habló de blancos y negros, sino de aristocracia y de democracia.
La cuestión social en el Chocó. Su abandono.
En la sesión del 29 de julio de la Cámara de Representantes, sustentando su citación al Ministro de Gobierno, el Representante socialista Diego Luis Córdoba, dijo, entre otras cosas, lo siguiente, que tomamos de la edición de El Tiempo:
En el Chocó – dijo el orador – no hay caminos, ni carreteras, ni nada de eso, de que tantas veces se ha hablado. La carretera de Caldas, la carretera de Antioquia, la carretera al Pacífico, son simplemente mitos de nuestra imaginación.
Por otra parte, honorables Representantes, tampoco hay instrucción pública. Allí se vive dentro del más crudo analfabetismo. De lo contrario no se estaría contemplando la situación de abandono en que se nos tiene.
Para terminar, el Representante Córdoba manifestó que no era del caso averiguar si allá lo habían elegido votos liberales o votos socialistas. Dijo que las masas no eran ni liberales ni conservadoras, que lo que paso es que somos fetichistas hasta los huesos y nos duele desprendernos de los rótulos, pero que las masas son socialistas, porque la verdad es que -y es una frase que no es de ningún chisgarabí, sino nada menos que de don Carlos Marx- el hombre no vive como piensa, sino que piensa como vive. Y es así que las masas viven oprimidas, tienen que pensar de acuerdo con la opresión que sufren y que las atormenta. Dijo que él sabía que de iba a decir algo y que se anticipaba a ello que nunca había tratado de explotar la cuestión racial y que en los discursos de su campaña política no tocó la palabra negro ni blanco, sino que habló de explotación y de explotadores, de democracia y aristocracia, es decir, agrego, no hablé de lucha de razas, sino de lucha de clases, porque no necesitaba de traicionar mis ideas socialistas, ya que en el socialismo está vedado admitir como problema social la cuestión del pigmento”.
La lucha de razas en el Chocó. Por Armando Solano.
Alrededor del problema racial del Chocó, Armando Solano, ha escrito, con fina observación, esta página, que nos proponemos comentar, pues el doctor Diego Luis Córdoba ha declarado, quizás como consecuencia de ese apunte de Armando Solano, que él no ha promovido en el Chocó, pugna de razas, sino pugna de clases, de la democracia contra la aristocracia.
Comunica el corresponsal de Quibdó, que el ayuntamiento, dividido desde hace mucho en amigos y adversarios del representante Diego Luis Córdoba, el Robles de nuestro tiempo, fue teatro de un agrio debate que concluyó cuando los cordobistas, vencidos se levantaron en señal de protesta, llevándose consigo la lámpara de gasolina que alumbraba la sala de sesiones.
A mí me parece que la opinión general no se ha sabido preocupar de lo que sucede en el Chocó, donde, según entiendo, sin necesidad y sin oportunidad, se ha venido planteando el problema racial.
Creo firmemente que no hay en Colombia una raza negra pura, como no existe en su estado de pureza tampoco la raza blanca, ni la indígena. El país es crisol donde va lentamente elaborando uno de los más ricos y confusos mestizajes de que haya rastro de la historia. En determinadas zonas del país, quizás en algunas de las ciudades donde parece sentirse con más firmeza todavía la aristocracia colonial, puede aconsejarse que no hay uno de los tales aristócratas que no lleve sangre negra en sus venas.
Y quizá esa sangre, ardiente y tumultuosa, la ha librado del debilitamiento y de la claudicación final. El aporte negro a la formación de nuestra raza le ha traído a esta vivacidad, ligereza y también quizá el encanto de su indolencia, fuente de cualidades intelectuales que tienen su precio. Por su parte, el hombre de color en Colombia fue influenciado y como colonizado por las otras dos razas.
Hoy no hay ningún motivo, ni lo habrá nunca en Colombia, hasta donde se puede prever, para complicar y envenenar nuestros problemas introduciendo el racial. Es muy difícil desglosar el factor negro del mesticismo nacional. No existe aquí, como sí existe en otros pueblos, el menor desprecio por esa raza. En la altiplanicie se mira al negro con curiosidad y simpatía. En las costas no hay ninguna diferencia y el moreno nunca provoca ningún sentimiento especial. Lo corto de su número y las deficiencias generales de la instrucción popular, impiden que en las altas esferas la raza de color ocupe numerosas posiciones.
Pero no sería veraz quien llegue a decir que al negro se le prescribe, se le posterga o se le excluye, deliberada y artificialmente. No, superficiales como somos en todo, ponernos, por el contrario, cierta coquetería en envanecernos de nuestros negros notables y en mostrarlos a toda hora.
La soberbia elocuencia, la vasta ilustración, y el sereno valor civil de Robles quien dirigió en la Universidad Republicana la educación de centenares de blancos, mestizos, no admite nada en contra, como afirmación de la igualdad de las razas.
Y sería deplorable que un bello talento como es el representante Diego Luis Córdoba, digno de recoger la herencia magnífica de Robles, quien fue, además, cuna de patriotismo y probidad, recayera en el error táctico de agilizar y promover la lucha de razas, aplicación exótica, que no podría durar, pero bien pudiera presentar algunas escenas trágicas y quizá rencores inestimables. En un pueblo mestizo, esencialmente democrático, sin más aristocracia que la de la inteligencia, donde somos iguales negros, mestizos y blancos, no es fatal ni es piadoso promover ideas de rivalidad y de odio.
Claro está y lo comprendo perfectamente que si en una comarca, coincide la condición de negro con la de proletario y explotado, no tienen por que renunciar éstos a la lucha defensiva y aún a la lucha ofensiva.
Armando Solano