He visto padres de familia, acudientes y estudiantes comprando los útiles escolares de este año, cosa que me parece muy bien. Lo que no está bien es la inconsciencia de algunas instituciones y docentes que al parecer piden útiles escolares así porque sí, sin mirar la utilidad, la conveniencia, el costo y otras características de los útiles.
A principio de año, cuando se inician las clases, muchos padres de familia están sin empleo ya que trabajan por contrato y generalmente los contratan después del segundo mes; además casi todo mundo anda desplatado por los gastos de navidad y año nuevo. Luego a muchos les resulta difícil conseguir la lista de útiles, peor si tiene más de un hijo estudiando.
Es triste ver cómo a un estudiante de sexto le piden de 10 a 15 cuadernos, en su mayoría de 100 hojas, de pasta dura o semidura, además de los útiles y perendengues que en kínderes, escuelas y colegios se les ocurre. Pero lo más triste es ver cómo a final del año en el cuaderno sólo copiaron máximo 50 hojas, quedando el resto para echar a la basura.
Podría ser algo útil y conveniente que en los cuadernos del año anterior, que estén en buenas condiciones, se siga copiando la misma asignatura u otra similar; esto permite al estudiante tener a mano los apuntes para consultar o refrescar conocimientos; o que sencillamente sea opcional la utilización de dichos cuadernos y no se señale o menosprecie a un estudiante por el tipo o costo de sus útiles, dado que también se practica cierta especie de matoneo docente / institucional con los alumnos más humildes.
Véase la competencia y el favoritismo por los hijos de fulanito, que se da en muchas instituciones educativas de Quibdó y el Chocó.
Es importante tener en cuenta que ni la posición económica de un estudiante ni el costo de sus útiles garantizan por sí solos el logro de un buen aprendizaje.
Los docentes deben entender que los estudiantes de hoy necesitan generar conciencia, pensamiento crítico, valores éticos y cívicos; recuperar el sentido del honor, justicia, igualdad; el respeto y amor a la vida, al prójimo, a la naturaleza y sobretodo el amor a Dios como principio de la sabiduría.
Así cambiamos a las nuevas generaciones y con ellas las nuevas sociedades y finalmente al mundo.