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PODRÁ revol­carse en su tumba Sir Isaac Newton pero el puente de Chirajara no colapsó por efectos de la gravedad. Ese puen­te lo tumbaron dos fuerzas mucho más infalibles y constan­tes en la Colombia actual llamadas in­competencia y corrupción, también co­nocidas en el ambiente oscuro y torcido del club El Nogal como Luis Carlos Sarmiento Angulo y Germán Vargas Lleras.

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EN COLOMBIA el derecho a parti­cipar en política lo hemos considerado patrimonio exclusivo de quienes han os­tentado el poder de forma excluyente.

La democracia obliga a que todos las orientaciones, movimientos y opinio­nes, puedan participar del poder político y de la conformación del Estado en igualdad de condiciones.

Si queremos ser considerados una na­ción democrática, es hora de que vaya­mos aceptando que al panorama políti­co colombiano han llegado nuevos ac­tores que tienen los mismos derechos y llegaron para quedarse.

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LOS SECTORES populares no tie­nen las condiciones ni el poder para in­cidir en la economía de modo que se les pueda considerar responsables del des­honroso lugar que ocupa Colombia en la lista de naciones más desiguales del mundo.

El sexto lugar en ese listado tiene a una única responsable: la clase dirigente que nos gobierna, la misma que controla los hilos de la economía.

La evidencia, emanada del Banco Mundial, nos obliga a relevar a esa clase dirigente del manejo en el control del país.

Si no lo hacemos, entonces sí seremos responsables de la infame desigualdad social que nos agobia.

Partadó una comunidad en medio del abandono, la negligencia

y la oscuridad

Luis Alberto Angulo Cáizamo
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