En el año 2000 el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente , PNUMA, declaró el agua como patrimonio común de la humanidad. Se desconoce además que el 70% del planeta es agua y sólo el 2.5% es agua dulce, decenas de países tienen el problema de disponibilidad de este recurso. Pero por otro lado, otros han empezado a monopolizarla, ya más del 5% está en manos privadas. Por ello analistas aseguran que zonas que cuenten con abundante agua serán el centro de confrontación y de guerra, tal como sucede en Siria, en la actual guerra del gas que de manera trágica afecta a su población.
El agua es un recurso natural imprescindible pero escaso, es la principal generadora de los ecosistemas del planeta, cuando esta fluye esparce fosfatos y anhídrido carbónico, nutrientes indispensables para las plantas que al evaporarse genera un equilibrio hídrico. La explotación indicriminada de los recursos por el apetito económico ha generado una deuda ecológica y un cambio climático acelerado generando que más de 2.400 millones de personas fallezcan por falta de agua potable y 1.500 millones no tengan acceso a fuentes segura de agua.
El Chocó es una zona de confluencia intertropical, por su territorio se cruzan los aires húmedos y cálidos provenientes del norte y del sur, además de los que salen del mar Pacífico y chocan con la cordillera occidental generando grandes precipitaciones pluviométricas de decenas de metros cúbicos de agua, acompañados de incomparables efectos atmosféricos que las comunidades disfrutan en los atardeceres.
Indudablemente la humanidad dependerá del agua dulce, tal como depende del gas en las próximas décadas. El control de las zonas acuíferas del mundo, como el Chocó, por parte de potencias será un elemento que dará origen a conflictos y dependerá de nosotros como afrontarlos.
El llamado a nuestras autoridades político ambientales para que estas ventajas comparativas sean las joyas de la corona que posibiliten una mejor calidad de vida para los chocoanos y no botín de querra de multinacionales, es hora de diseñar estrategias de cuido y uso racional de este líquido vital. Recordemos que ya nos la empacan y compramos en nuestro propio territorio. El siglo XXI será el siglo de la energía limpia y el agua una de ellas.