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Elecciones en la UTCH, un reality sin propuestas

La Universidad Tecnológica del Chocó acaba de superar el más prolongado cese de actividades académicas en sus 45 años de vida institucional, motivado por el enfrentamiento entre el sindicato de profesores, Aspuch, y el rector, Eduardo García Vega. Fueron tres meses de inactividad académica que perjudicaron gravemente a las familias chocoanas, cuyos hijos vieron postergados sus anhelos de formación superior. Las razones de fondo que motivaron el conflicto nunca se supieron a ciencia cierta, pues los pronunciamientos del cuerpo profesoral sobre el particular no fueron lo suficientemente claros, y menos claras fueron las explicaciones ofrecidas en las pocas entrevistas que dio García Vega a los medios de comunicación.


Lo cierto es que el paro se suspendió y en el ambiente ha quedado un tufillo de arreglo forzoso entre las partes, peligrosamente enigmático para el estamento estudiantil, razón de ser del claustro universitario. Después de sorteado el paro, y con un retraso considerable, se inició el proceso eleccionario para escoger los nuevos miembros del Consejo Superior Universitario, el cuerpo colegiado que tiene entre sus funciones la escogencia del sucesor de García Vega en la rectoría. La etapa proselitista, que en sana ocurrencia debería dar lugar a una confrontación de ideas sobre el devenir de la universidad, se convirtió en un evento nimio e intrascendente, vacío de contenido político pero pródigo en lemas insulsos.


Llama la atención, eso sí, la variada, profusa y costosa publicidad de las campañas, sobre todo en el estamento estudiantil, aparentemente el más débil de la familia universitaria. Los doce jóvenes que buscan la representación de los estudiantes no han participado en un debate donde se ponga de manifiesto el deseo de luchar por los verdaderos intereses de ese conglomerado. Lo que se ha visto, y de sobra, son las vallas, camisetas, pendones, gorras y toda la parafernalia de una campaña política ordinaria, en la cual el debate académico o la proyección del bienestar universitario brillan por su ausencia.


Según el derroche de los candidatos a las diferentes representaciones estamentarias, da la impresión que viviéramos en una región acaudalada y próspera, no en esta villa improductiva con los más altos índices de desempleo y pobreza extrema en el país. Como señalamos arriba, a los participantes en esta especie de reality televisivo no se les conoce una sola propuesta programática o de futura acción en el ente directivo. Ninguno habla, por ejemplo, de temas graves como el déficit presupuestal de la universidad pública en Colombia, ninguno atisba cómo avanzar hacia la acreditación de alta calidad de los programas académicos del alma máter.


Los candidatos parecen no darse cuenta de la falta que hacen programas como enfermería y arquitectura en la región, por eso la reapertura de los mismos no hace parte de sus discursos.


Tampoco son críticos frente a la corrupción de la academia, expresada en la negociación de calificaciones, el peculado en las matrículas y la expedición de títulos falsos que tiene en líos judiciales a varios ex funcionarios del principal centro de educación superior en el departamento.


Por lo que se observa, los falsos liderazgos que convocan a la conformación del Consejo Superior en la UTCH nacen de la metástasis que ha irrigado el cáncer de la politiquería en el Chocó.


El fenómeno es más visible entre los estudiantes. La forma de cautivar al elector con dádivas baratas u ofrecimiento de licor y el trueque de notas por sufragios son calcos de la metodología electoral que tiene postrado al departamento. Así que después de las elecciones de hoy, lo más seguro es que la UTCH siga en crisis. Nada parece indicar que las cosas mejoren.

Editorial

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