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Si García Márquez viviera estaría inspirándose en el titular de este escrito, no como expresión de Los Tiempos del Cólera de Macondo, sino en lo que después de siete décadas ocurre en el Chocó, en donde ahora se desempolva la frase “Si yo cambio, el Chocó cambia”, plagio de la frase original del francés Honorato de Balzac, 1799-1850, “Si yo cambio, todo cambia”.


Nadie sabe cual generación hará el cambio del Chocó y si es hacia adelante o para atrás. Siete años después de la Ley 13 de 1947, el general Rojas Pinilla casi ocasiona su desmembración. La situación se ha tornado más crítica con la elección de alcaldes y gobernadores, quienes arrasan con los escasos recursos y acabaron la industria licorera (Platino), la beneficencia o lotería, la educación intervenida. Y todo por buscar solo el beneficio de clanes politiqueros que manejan la estéril burocracia local.


Al Chocó lo mata la maldita costumbre de los mitos e ideologías que se aprovechan algunos sectores políticos que con ISMOS y por secuela secular manejan la burocracia e imponen candidatos a cargos públicos que una vez elegidos le incumplen a la comunidad, quienes por mala gestión administrativa y al término del período y ante la carencia de autoridad e iniciativas quedan ante la sociedad como unos incompetentes e inútiles, como viene sucediendo actualmente.


Los mandatarios de ahora no dan la talla en su labor como los del ingeniero Benjamín Ferrer Ibáñez, quien ejecutó con recursos propios el aeródromo de Bahía Solano, Demetrio Valdés Ortiz ideó el malecón y con el abogado Esteban Caicedo Córdoba adquirieron las primeras viviendas antes del incendio, el costeño Manuel Barcha Velilla construyó la sede de la liquidada Licorera (Platino), su hijo Manuel Barcha Garcés hizo el anillo asfáltico de Quibdó. Ismael Aldana Vivas realizó los 600 metros de la doble calzada al ingreso del aeropuerto local.


Respecto a Quibdó como capital, la impresión es que no tiene dolientes porque hay carencia de autoridad e iniciativas propias y que lo único que medio se ejecuta y las desvirtúan son las obras que propone el gobierno nacional. El malecón es una completa selva que no deja apreciar las riveras del Atrato y por fortuna Invías inicia su mejoramiento. El megacolegio sin terminar está completamente deteriorado. La pavimentación Porvenir-La Platina está embolatada en su contratación. Para la movilidad se pagó un estudio a la Universidad de Manizales, no se ha aplicado ninguna de sus recomendaciones y el tránsito es un completo caos.


Con razón decía el Papa Francisco humildemente que el diablo entra por el bolsillo, refiriéndose a la corrupción. Que Quibdó es una comarca sin Dios y sin ley por lo que aquí suele ocurrir permanentemente.


La comunidad quibdoseña quedó desconcertada, porque su magíster no supo hacer la tarea y no encauzó la ruta “Q” convertida en “cu”.

Chocó, 70 años de frustración y olvido

Guillermo Coutin Garrido

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