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Milagros de San Francisco

La veneración que se le profesa en Quibdó y sus poblaciones aledañas a San Francisco de Asís data de mediados del siglo XVII, cuando una imagen suya fue traída hasta estas tierras por el misionero español Fray Matías Abad buscando evangelizar a los indígenas. Desde ese entonces se le atribuyen milagros y sanaciones que le han valido la fidelidad de su feligresía, que se ha trasladado de una generación a otra. Su figura ha sido utilizada para evitar inundaciones cuando los caudalosos ríos amenazan con llevarse poblaciones enteras y para detener la voracidad del fuego durante los incendios legendarios ocurridos en esta capital.


Un milagro recurrente del Santo de Asís tiene que ver con el mejoramiento del estado de las calles de Quibdó, cada vez que se avecina la fiesta patronal en su honor. En esta ocasión, como pasa siempre en septiembre, algunas calles que permanecieron rotas y sucias todo el año son raspadas o reparchadas. La idea es tapar levemente los huecos, o al menos disimularlos, para que transite el pueblo en las comparsas y el santo en la procesión.


Como una obra del prodigio franciscano esta vez registramos un hecho estupendo: al iniciar la fiesta de San Pacho los cabecillas de las bandas juveniles que atemorizan a los quibdoseños recapacitaron sobre las consecuencias de su accionar delictivo y decidieron suscribir con las autoridades locales una especie de “pacto de paz” que garantiza la no agresión contra la ciudadanía. Este gesto de reconciliación en pleno furor de las festividades sampacheras ha permitido a la gente recuperar algo de la confianza perdida y lanzarse a las calles a apreciar el colorido de los cachés, el ritmo de las comparsas, el significado del disfraz y el fervor religioso de los devotos del Poverello de Asís.


Llama la atención, eso sí, la afirmación poco optimista del negociador Harold Cuesta, voz líder de estas organizaciones juveniles. Según dice él “hay intereses políticos que tienden a desestabilizar la paz, la convivencia y seguridad ciudadana”.


El mensaje de entrada produce escalofrío ¿Quiere decir esto que hay agentes políticos interesados en fomentar la ola de crímenes, atracos y extorsiones que hemos sufrido los quibdoseños durante estos años? La sensación que deja esta aseveración es de miedo y desconcierto total. Nadie se puede imaginar que los hechos delictivos cometidos en Quibdó y la zozobra que estos generan en la ciudadanía tengan una autoría intelectual, más allá de las condiciones de marginalidad y exclusión que los provocan.


Y de ser así, ¿quién o quiénes están detrás de tan proterva empresa? Sería imperdonable que bajo cualquier excusa se ponga en vilo la seguridad y el sosiego ciudadano que han distinguido a esta villa de San Francisco de Asís. Las disputas políticas deben dirimirse en otros estadios, utilizando el debate de ideas, el discurso convincente y la confrontación programática. Jamás con estrategias de vileza que midan por lo bajo a sus protagonistas.


Conjurar la crisis generada por la descomposición familiar y desigualdad social en Quibdó no va a ser cosa fácil. La administración del alcalde Chalá Ibargüen deberá exigirse a fondo para sostener el acuerdo firmado con las pandillas, e incluso procurar que éste se prolongue más allá de su gobierno. Los jóvenes ex pandilleros, en tránsito de legalidad, esperan que se les abran espacios de reconocimiento, inclusión y oportunidades laborales para su resocialización. Cumpliendo estas condiciones podríamos empezar a hablar de seguridad, reconciliación y paz en esta sufrida villa de Asís. Ojalá que San Pacho nos haga ese milagro.

Editorial

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