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El Chocó siempre se caracterizó por ser territorio de paz, tranquilidad y -sobre todo- de gente honrada. En tiempos remotos se podía dormir con las puertas abiertas, de par en par, sin temor a ser robados; los hurtos y asaltos a residencias eran casos aislados, muy raros. Uno de tales hechos excepcionales, pero de gran resonancia, se registró en Quibdó en el año de 1920, cuando fue descubierta una banda cuyo modus operandi causó enorme sorpresa no sólo en la ciudad de Quibdó sino en todo el departamento del Chocó.


Luego de una larga pesquisa, la Policía capturó una cuadrilla de ladrones, integrada por una veintena de hombres, mujeres y niños, que se había especializado en robar establecimientos comerciales. Para perpetrar sus robos, estos malhechores intimidaban a los propietarios de los negocios, obligándolos a abrirles las puertas durante la noche cuando todo el mundo dormía. La banda tenía en alquiler una casa, que usaban como almacén con caja fuerte incluida, donde guardaban las mercancías y el dinero robado. Dicho almacén era custodiado por un celador a quien le pagaban sueldo mensual; tenían un tesorero, encargado de administrar la plata, y un contador que llevaba la contabilidad de la “empresa”. Los jefes de la cuadrilla se daban el lujo de anticiparles dinero prestado a los ladrones a cuenta de futuros robos. Con cierta regularidad hacían reuniones clandestinas para evaluar el “trabajo” del grupo y el desempeño individual de cada uno de los miembros de la organización delincuencial.


Al ser arrestados, se descubrió que también contaban con un taller e insumos para la falsificación de monedas y billetes. Este insólito hecho fue registrado por la prensa nacional el 7 de agosto del año 1920.

Una banda de ladrones muy bien organizada

Francisco Moreno Mosquera

CURIOSIDADES DEL CHOCÓ

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